Caraval

La esperanza es algo poderoso. Hay quien dice que es una variedad distinta de magia. Esquiva, difícil de aprehender. Pero no hace falta mucha cantidad.

Hasta entonces, siempre había pensado que no tenía elección, pero estaba empezando a darse cuenta de lo contrario. Solo necesitaba ser valiente para tomar las decisiones difíciles.

—¿Siempre piensas en lo que vas a perder y no en lo que puedes ganar? Hay cosas por las que vale la pena luchar, sin importar el coste.

Cualquier persona tiene el poder para cambiar su destino si es lo bastante valiente como para luchar por aquello que más desea.

—No. El pasado no está establecido en su totalidad, y el futuro es más difícil de cambiar de lo que creerías.

—Haz lo que quieras, Escarlata, pero te daré un consejo de amigo para cuando estés dentro: no te fíes de cualquiera. Aquí la mayoría de la gente no es lo que parece.

Scarlett recordó el críptico comentario de Julia — — y se preguntó si habría hallado un modo de escapar de los juegos perversos de su padre en Trisda, solo para acabar convertida en un peón con un vestido de gala en un nuevo tablero de juego.

—Legend no tenía ninguna magia en aquel entonces —prosiguió—, pero creía en las historias que le había contado su padre. Había oído que cualquiera puede cumplir un anhelo imposible, y solo uno, si lo desea con todas sus fuerzas y logra encontrar un poco de magia que lo ayude en el proceso.

Los deseos eran tan descabellados como los unicornios.

Aun así, eso no significó que no la asaltaran los nervios mientras extendía la mano. Sabía mejor que nadie que todo juego tenía un precio.