Doña Bárbara

Siendo sincera debo decir que no esperaba mucho de esta lectura, pues no me llamaba demasiado la atención, pero inesperadamente me ha sorprendido mucho y para bien.
Esta es una historia de lucha, de pelea por los derechos, la educación y la civilización.
La novela, con cierto aire de “culebrón”, avanza entre bellas descripciones de paisajes, con muchos y muy variados personajes; algunos entrañables, leales, trabajadores y honrados, y otros salvajes, corruptos y déspotas.
He de decir que al principio me costó un poco seguir la lectura por el lenguaje tan coloquial que utiliza, pero finalmente acabé acostumbrándome a las expresiones y coletillas venezolanas de la época, que dan más énfasis si cabe a la constante lucha entre civilización y barbarie que domina toda la obra.
El personaje de Doña Bárbara me pareció fascinante, una villana con una dura historia a sus espaldas y una carga difícil de llevar que ve tambalear su mundo por la llegada de un nuevo habitante a la zona que está dispuesto a reclamar lo que es suyo caiga quien caiga.
Aunque la obra en sí me ha gustado, las descripciones de los lugares me han parecido maravillosas y no hay ni un solo personaje plano en toda la historia, debo reconocer que he echado en falta algo más de acción, o un poco más de pasión quizá, a la hora de abordar ciertos momentos álgidos, aunque la forma tan poética de narrar cada hecho y circunstancia me ha parecido totalmente cautivadora.
Tengo la sensación de que esta historia me hubiera gustado mucho más si hubiera tenido unas cien páginas más, pero aún así me ha enganchado bastante y me ha mantenido intrigada durante toda la lectura.

Este libro debería ser una lectura obligatoria para todo aquel que tenga un poco de admiración por la genialidad de la pluma de nuestros escritores latinoamericanos, es un libro que te hace sentir en la piel la vida de esas personas de tierra adentro, enseñándonos de forma muy clara el choque entre estilos de vida citadina y rural, y describiendo de una forma muy rica y precisa el gran abanico de tradiciones con las que cuentan la mayoría de los países, pero de las cuales muy poco se habla en la literatura, de ese estilo de vida criollo y alegre, pero que no deja de tener sus momentos trágicos y sus dilemas morales.

Aunque la lectura no me ha entusiasmado, me ha sorprendido el estilo narrativo y la trama, ya que en un primer momento pensé que sería una especie de “telenovela” y poco más que enredos amorosos me iba a encontrar, pero en Doña Barbara el romanticismo brilla por su ausencia.⠀
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El inicio requirió esfuerzo por mi parte para adaptarme a su lenguaje y una vez saltado ese primer obstáculo pude fijarme en otros aspectos como las maravillosas descripciones del Llano y sus costumbres que tanto nos han gustado a la mayoría de los lectores.
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El protagonista de la novela es Santos Luzardo, un joven educado en Caracas que regresa después de muchos años a la finca familiar de Altamira, ahora a cargo suyo, que fue escenario de sangrientas peleas familiares que culminaron en el asesinato de su hermano a manos de su padre. Santos se encuentra con que la finca vecina, antes en posesión de su tío, está ahora en manos de Doña Bárbara, una mujer violenta, despótica, hermosa pero letal, que sedujo a su tío sólo para despojarlo de sus bienes. Desde entonces Doña Bárbara ha ido avanzando sobre Altamira y sus bienes con la complicidad de la ley local, ejerciendo un cacicazgo implacable desde su finca, renombrada El Miedo (sí que eres sutil, Rómulo).

Lo más fascinante de la novela, en mi opinión, es Doña Bárbara, símbolo de la barbarie (nuevamente la sutileza) y el poder violento y anárquico de gobierna los Llanos. de hecho, Luzardo piensa que “luchar contra Doña Bárbara, criatura y personificación de los tiempos que corrían, (sería) contribuir a la destrucción de las fuerzas retardarias de la prosperidad del Llano.” Luzardo representa el impulso civilizatorio, basado en la ley escrita y los alambrados.

Sin embargo, Gallegos deja en claro que el carácter violento y frío de Doña Bárbara es producto de las sucesivas violencias que ha sufrido en la vida, y que la llevaron, como forma de supervivencia, a usar a su favor su condición de objeto de deseo, para poder ejercer la violencia en lugar de padecerla. También me pregunté al leerla cuánto más ilegítima es la forma en que Doña Bárbara adquirió sus posesiones que la de los Luzardo. ¿Acaso la obtención de patrimonio no va siempre ligada a desposesiones, conquistas y violencia?

Por último, el paisaje es un personaje más en esta novela. La descripción de los Llanos, el Orinoco, la fauna y la flora es minuciosa, poética y evocativa. Es un canto a la tierra, pero también esa tierra aparece ligada a lo sublime, bella pero amenazante: “La llanura es bella y terrible a la vez; en ella caben, holgadamente, hermosa vida y muerte atroz”. Mejor domesticarla. Lo mismo podría decirse del ganado, los caballos y las mujeres. Santos Luzardo educa y civiliza a su prima Marisela viendo en ella “una personificación de la raza, abierta, como el paisaje, a toda acción mejoradora”, y ese proceso aparece yuxtapuesto a la doma de una potranca a cargo de uno de sus peones 🤢. Es una novela para pensar y debatir, con muchos rasgos polémicos a la luz de los resultados del proceso civilizatorio que tanto promocionaban los Gallegos y Sarmientos y que tanta violencia e inequidad trajo aparejado, pero escrita con una pluma incuestionablemente brillante.
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"Doña Bárbara", publicada en 1929, es un análisis del llano venezolano a través de sus dos personajes principales y antitéticos: la propia doña Bárbara y Santos Luzardo; la primera, representa la barbarie, el caciquismo, la corrupción y la superstición. El segundo, por el contrario, encarna la voluntad de civilización y de progreso del llano. Marisela, otro de los personajes clave, es el producto de esa reeducación por parte de Luzardo y, a la vez, la salvadora de éste, que estuvo a punto de rendirse a la llanura, la "devoradora de hombres".
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Lo que más me ha gustado de la obra ha sido la escritura de Gallegos, sobre todo sus hermosas descripciones del llano y de sus gentes. Si bien los venezolanismos en ocasiones me han dificultado la lectura, también la enriquecen y nos trasladan a bordo de un bongo por el Arauca o a las haciendas de Altamira o El Miedo.

Es una obra difícil: ya desde el inicio nos encontramos con una multitud de términos propios de la zona, pero conforme nos adentramos en la lectura, vamos adaptándonos a ese vocabulario e integrándolo. Otra cosa que me ha costado de esta lectura es que la trama acaba siendo secundaria: toda la historia no es más que un pretexto para hacernos descubrir el maravilloso paisaje del llano venezolano y sus no tan maravillosas costumbres.

Si tuviera que resumir un poco la trama: Santos Luzardo vuelve al llano después de varios años viviendo en la ciudad y formándose como abogado. Allí intentará retomar el control de su hato que durante mucho tiempo estaba siendo expoliado por Doña Bárbara, dueña del hato vecino llamado El Miedo, y que tiene a todo el llano aterrorizado.

Ha sido una lectura diferente: el autor le da más importancia a las descripciones del paisaje (preciosas, por cierto) que al desarrollo de los personajes. No es un libro que te engancha y no es mi estilo de libro. Sin embargo, tiene algo que incita a seguir leyendo y, después de una segunda parte que se alarga demasiado y puede llegar a aburrir, la tercera parte se podría leer del tirón y, después de varios días de haberlo acabado, puedo decir que el final es perfecto.

De los puntos que menos me han gustado: las descripciones de las costumbres tan crueles que tenían con los animales y el constante machismo, que entiendo que era lo habitual en la época y en el lugar.

3. He dudado en si llegar a darle las 3 estrellas porque realmente no he llegado a disfrutar de la historia, pero se las doy porque me parece que la ambientación y el simbolismo que utiliza el autor lo merecen, así como el mensaje central que transmite.

Esta historia nos habla de la vida en el Llano venezolano consumido por la brutalidad, lejano de lo civilizado, con sus leyes propias impuestas por aquellos con más poder. Conocemos a Doña Bárbara, una cacique que se ha adueñado de todo cuanto ha podido no con buenas prácticas y con un pasado que la ha marcado drásticamente; y a Santos Luzardo, un descendiente de una antigua familia con tierras aún en el llano que tras haber pasado su infancia en ellas marchó a la ciudad donde estudió y se alejó de esa vida llanera, bruta, implacable. Santos regresa a sus tierras ya adulto para poner en orden ciertos asuntos y allí el Llano vuelve a atraparle; esa esencia llanera, aún en él, sale a la superficie y lucha contra su parte civilizada. Se encuentra con unas leyes diferentes a las que conoce y tendrá que tomar decisiones. A la Doña la llegada de este hombre que le pone las cosas algo difíciles y tan diferente a los demás no la dejará indiferente.

El autor te sumerge totalmente en ese mundo, en ese llano venezolano, con su gente, sus costumbres, su misticismo y sus creencias, su habla, su brutalidad pero también su lealtad (al menos en algunos); muestra las relaciones entre unos y otros así como los diferentes cargos (mayordomía, peón, etc.)... Con unas descripciones que te hacen estar allí totalmente, conoces de primera mano cómo era la vida en ese contexto. Esto es de agradecer pero también ha hecho que me costase la lectura, el uso del lenguaje de la zona (con muchísimos términos locales) y tantas descripciones de las prácticas que llevaban a cabo en los hatos, con el ganado, qué hacían en las diferentes temporadas... me hacían alejarme de la trama, y de esta esperaba mucho más. Esperaba que iba a estar más centrada en los personajes, que sí que están, pero que me ha sabido a poco.

Sí me ha parecido interesante esa lucha entre la brutalidad llanera y lo civilizado, y el que se produzcan puntos de inflexión en la vida que hagan que elijas un camino diferente al que llevabas. En fin, ciertos elementos interesantes, pero la historia y los personajes no me han terminado de cuajar, y el lenguaje usado me ha dificultado por momentos la lectura...

Recuerdo cuando me pidieron leer este libro en el colegio y lo odiaba porque no podía avanzar, en esa época no leía mucho como la mayoría de los adolescentes y menos si era obligado. Hoy entiendo porqué piden este libro en los colegios y es que es digno de que todo venezolano lea esta obra tan maravillosa sobre nuestros llanos, nuestra cultura y folklore. La manera en que está escrita te lleva a esas tierras maravillosas con ese olor particular a tierra fértil y te envuelve en esa historia tan nuestra, tan especial. Estoy feliz de haberla leído y la guardo en lo más profundo de mi corazón.

En primer lugar, tengo que reconocer que si no se lee en el club Macondo no creo que la leyera, dado que no leo mucha literatura Latinoamerica dado que tenía la percepción que no la iba a apreciar o no me iba a gustar, estos perjuicios se que viene dado a que he leído algo que no me ha gustado, y no lo he vuelto a intentar, se que no es bueno porque si a otros autores de otros países doy oportunidades porque no aquí, en este año quiero leer más del otro lado del charco, porque se puede comprobar la carencia de estas lecturas, espero que pueda conocer obras como esta que me ha dejado realmente impresionada el relato, y como te transporta con su palabras y te sientes en los lugares y sientes tanto lo que le pasa a los personajes, es cierto que al principio la lectura se puede hacer un poco densa dado la falta de vocabulario aunque una vez que sobrellevas eso y te dejas transportar es un delicia, aunque no quiere que sea un camino de rosas sino de espinos lo que narra transmite muy bien.

Rómulo Gallegos escribió un libro lleno de metáforas, alegorías, historias, cuentos, mitos y leyendas, una combinación de recursos literarios con el único fin de recuperar la belleza de una parte de nuestro planeta que muchos olvidamos; Rómulo Gallegos escribió una historia de amor, pero no entre un hombre y una mujer (como todas las telenovelas y películas basadas en este libro) sino, un romance complejo, pero majestuoso que busca recuperar la primera relación que tuvo el ser humano después de su creación, el primer contacto que tuvo con otra existencia que se le entregó y se le ordenó señorear y cuidar; sí, es una hermosa historia de amor entre el hombre y la naturaleza, más precisamente, el Llano y no cualquier Llano, sino la gran diversidad de flora y fauna que conforma el Llano Venezolano.

Desde principio a fin y en especial, en cada uno de sus capítulos, el Llano está al principio y al final, guiando, mandando, metiéndose por cada uno de los sentidos, por la piel, pasando por las venas y llegando al corazón de cada uno de los personajes, quienes tratan de seguir ejerciendo su señorío, pero el aire que viene de la vegetación y de los animales, los conecta con sus raíces y siembra una añoranza por un placer presente y olvidado que se mueve en cada una de sus llanuras.

Cada personaje existió en Venezuela, con otro nombre, con una vida similar y cuando ellos te abren las puertas de sus casas, de sus almas y te invitan a sus bailes y a sus conversaciones después de largas jornadas de trabajo, contando cuentos del campo, de la vida, de los espantos, de las locuras, pero sobre todo de aventuras, a título personal, me hace sentir en casa, porque soy un pedacito de Latinoamérica y aquí todos compartimos una mismo origen, una misma historia.
Toda latinoamérica tenemos grabados en los genes la herida profunda de un Mr Danger, con su colonialismo, sus guerras, su destrucción, su abuso de poder, pero también existen los Santos Luzardo que los confrontan y buscan rescatar el respeto por el derecho, las leyes, la protección de todos bajo el manto de la equidad, sin ocultar nuestra esencia, nuestro ser. "Doña Bárbara" es un libro de como se puede luchar contra la barbarie sin asesinar al individuo, sin destruir la historia.

De @marisa_lectora aprendí hoy que este libro hace parte de la literatura del campo que incluye un hermoso libro Colombiano "La Vorágine", que como saben, me costó montones poder leerlo, por el lenguaje y las expresiones, que me hicieron sentir avergonzada de no entender el significado de mucha cosas,  porque contiene palabras de mis ancestros, de generaciones pasadas que construyeron el mundo que hoy hábito; pero con "Doña Barbará" me sentí distinta y fue todo un deleite viajar día a día por sus hermosas letras, mil veces recordé "La Vorágine",   la flora y fauna de mi país y ese campo y esa gente que marcaron mi infancia. Terminé la lectura y solo puedo confesar que me sentí orgullosa de ser Latina y el recuerdo de las letras de José Eustaquio Rivera, me hicieron sentir,  en medio de tanta crisis, feliz (y con mucha esperanza) de ser Colombiana.