Terapia

“BUNTE: ¿Cómo se sintió inmediatamente después de la tragedia?
LARENZ: Estaba muerto. Seguía respirando, incluso comía y bebía de vez en cuando y hasta dormía un par de horas al día. Pero ya no existía. Morí el día que desapareció Josephine.”

Los pacientes desviaban la mirada de la suya en cuanto se ponían tensos y querían describir un acontecimiento importante con la mayor precisión.
O cuando mentían.

Entre la sospecha y la certeza se encuentra la vida y la muerte.

No lo soporté. He muerto. De la manera más cruel que usted pueda imaginar.

La esperanza es como una astilla de vidrio clavada en el pie. Mientras permanece clavada en la carne sientes dolor a cada paso que das, pero una vez que te la han extraído la herida sangra un poco y tarda un tiempo en cicatrizar, pero al final uno puede seguir caminando. Ese proceso se denomina duelo y considero que es hora de que inicies el proceso.