”¿Quién era yo ahora, un hombre o una mujer? Nunca tendría respuestas mientras esas fuesen las dos únicas opciones; mientras me siguieran haciendo esa pregunta. Pensé en el largo camino que había recorrido. Nunca había dejado de mirar el mundo con mis propios ojos. Nunca había dejado de sentirme yo misma en mi interior” ~ Stone butch blues de Leslie Feinberg. Estados Unidos, final de la década de los 60. El país intenta dejar atrás, sin éxito, la discriminación racial y comienza a dar pasos, tímidos, hacia la liberalización de la mujer. Pero hay otra lucha que vencer: el respeto por la diversidad de género. En este contexto Leslie Feinberg cuenta parte de su historia –sí, este libro es ficción pero con grandes dosis de realidad–, y lo hace a través de Jess, una joven que con 14 años comenzó a darse cuenta de la realidad de su cuerpo y de que su familia no la aceptaba tal y como era. Decidió entonces abandonar el hogar y los estudios, ponerse a trabajar e integrarse en otra familia que conoció, una familia más parecida a ella. Las ‘butches' y las ‘femmes' se convirtieron en familia pero también en maestras, protectoras y amantes. Un libro que me ha recordado a Las malas de Camila Sosa por cuanto aquí también sufrimos con Leslie el abuso de la policía, el desprecio de la sociedad, la discriminación por género, la violencia y las violaciones. Y sentimos como sufre toda esa violencia que se va a acumulando en forma de cicatrices físicas pero también en su alma. Dejo un punto a destacar de este libro que apunta la editorial y es que Leslie liberó los derechos del libro con la condición de que su precio no generase plusvalía así que esta preciosa edición de Antipersona tiene un precio que cubre costes calculado para la primera edición y todo lo que se obtenga a mayores se destinará a asociaciones LGTBi, organizaciones trans, causas antirracistas y sindicatos de clase. Porque la lucha de Leslie no se limitó solo a cuestiones de género sino que también militó en sindicatos. Una obra necesaria para ponernos en la piel del otro y seguir defendiendo derechos pero sobre todo para defender a las personas, independientemente de su sexo, de su género, de su raza, de su religión, y de su condición social. Sobre todo para darnos cuenta de que hay luchas que vienen de atrás y de que gracias a esas pioneras hemos podido ir avanzando. Nada ha sido gratuito. + Leer más |