Nunca fue como contaron en las leyendas. Nunca hubo grandes batallas... Pero sí grandes pérdidas.
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Nunca fue como contaron en las leyendas. Nunca hubo grandes batallas... Pero sí grandes pérdidas.
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Quizás esto era lo que se merecía: la promesa eterna de que todo aquel al que amara acabaría marchándose. Algunos morirían, otros intentarían matarlo. Viviría una y otra vez condenado a sentirse uno de los fantasmas a los que guiaba.
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Eres la antítesis de todo, Pheyre. Mitad humana, mitad diosa: vida y muerte, primavera e invierno. Todo dentro de ti. Eres mucho más poderosa de lo que nunca creíste. Por mucho que la envidia de los dioses te hiciera pensar lo contrario.
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Nadie muere del todo si hay alguien que le recuerda. Siempre he creído que eso es lo que los ayuda a cruzar. Saber que pueden irse porque seguirán viviendo en otros.
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Pero, a diferencia del resto de la humanidad, el dolor que habitaba en ella la acercaba a la muerte un poco más cada día. Y quizás eso es lo que hizo que la muerte también se acercara a ella.
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Y ese era el peligro de los cuentos: que si se contaban demasiadas veces, uno dejaba de saber si escondían algo de verdad.
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"Reina, ¿de qué te sorprendes? Ya conocías esta historia. Ya sabías que la vida no viene de ninguna parte, el dolor tampoco. Que el invierno nunca se marchó, que siempre lo tuviste tú".
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"Habían aprendido a vivir en la belleza de quererse y no necesitarse. De encontrarse a ellos mismos primero".
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"Quererse es complicado, deseaban decirle al clero; tan complicado como entender qué es la vida y qué es la muerte".
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"Te odio, pero odiarte no hará que desaparezcas, ¿verdad? Quizás tengo que empezar a hacer las pases contigo. Quizás aceptarte significa saber que vas a seguir ahí y seguir viviendo a pesar de ello".
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?