Hago caso de todo lo que dices, las cosas más falsas, tus mentiras. Creo en la totalidad de todo lo que expresas, en todas las palabras, en tus distracciones, en tus imbecilidades, incluso creo en tu sinceridad trascendental en medio de ese fárrago.
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Hago caso de todo lo que dices, las cosas más falsas, tus mentiras. Creo en la totalidad de todo lo que expresas, en todas las palabras, en tus distracciones, en tus imbecilidades, incluso creo en tu sinceridad trascendental en medio de ese fárrago.
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Te sigo hablando del miedo. Intento explicarte. No lo consigo. Digo: está en mí. Segregado por mí. Vive con una vida paradójica, genial y celular a la vez. Está ahí. sin lenguaje para expresarse. Como mucho, es una crueldad desnuda, muda, de mí a mí, albergada en mi cabeza, en el calabozo mental. Hermética. Con boquetes abiertos a la razón, la verosimilitud, la claridad.
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Aquel poema parecía haber sido escrito para hacer daño al Capitain. Peor aún: en el poema se ignoraba al Capitain [...] pensó qué había podido hacer para desmerecer hasta aquel punto a los ojos de su mujer, y también qué es lo que hubiera debido hacer para que su existencia se indicara en el poema, aunque fuera de un modo alusivo y muy lejano. Y después descubrió la verdad, a sus ojos abominable, a saber: que en el universo de aquella mujer, él nunca había existido, ni lo haría jamás.
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Una vez, él le había hablado de aquello, del sufrimiento al que le lanzaban aquellas poesías porque no las comprendía. Ella debió de equivocarse respecto al sentido de su confesión. Le dijo, en efecto, que sí aquellas poesías le hacían sufrir, era que, sin duda, había empezado ya a comprenderlas.
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- Y a ti te faltaba esa contradicción, la de hallarte en un amor que te llenaba y pedir auxilio a otro. - No exactamente...ni pedir auxilio, ni esperarlo. Solamente escribirlo. |
Tendrás conocimiento de la historia cuando esté terminada. Te enterarás de la existencia del sentimiento por el exterior de tu vida. Pasará mucho tiempo antes de que llegue a tu conciencia. Todo se modificará en torno a ti, y tú, tú te preguntarás aún por qué. No reconocerás nada. No sabrás nada. Hasta el día en que transformes a tu vez esta situación en un libro o en una relación personal.
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Se me ocurre pensar que tal vez no te amo. Y nada acude con claridad a contradecirme en ese momento. Creo, sinceramente, que hubiera podido no amarte. Luego se repite. Tú te equivocas del mismo modo, pero al revés. Debe de pasarte por la cabeza alguna vez que quizá me amas. O más bien que en el sentimiento que experimentas por mí, a veces, podría haber huellas de este amor, por imposible que pueda parecer. Creo que hablo sin decir nada, creo que cuando te suceda, si te sucede, no lo sabrás.
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Te miro. Me preguntas qué pasa, siempre un poco alerta cuando te miro. Te digo que no pasa nada, que te miraba por gusto. No sé si el amor es un sentimiento. A veces creo que amar es ver. Es verte.
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Así era sobre todo desde hacía algunos años; cada noche de cada día, con aquella dulzura agonizante, aquella increíble delicadeza del continente inglés, ella pedía morir.
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Te dije que te quería. Tú nunca contestabas a este tipo de locura.
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Gregorio Samsa es un ...