La vergüenza que el amor produce es como el dolor: solo se padece una vez. Después puede fingirse, mas ya no se siente. Sin embargo, el llavero permanece y esto ya es algo.
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La vergüenza que el amor produce es como el dolor: solo se padece una vez. Después puede fingirse, mas ya no se siente. Sin embargo, el llavero permanece y esto ya es algo.
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¿Qué podemos esperar, si lo que espabila a las jovencitas, a ti, por el contrario te atonta?
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Los mínimos defectos parecen entonces chocantes e insoportables, por contraste con la idea perfecta que nos había seducido. Cada esposo cree, sin embargo, que solo el otro ha cambiado y que él sigue valiendo lo que el error de un momento le había hecho estimar
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¿Qué sería la virtud, sin los deberes que impone? Su culto reside en nuestros sacrificios, como su recompensa en nuestros corazones
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La deseo tanto como su jamás nos hubiéramos conocido. Por otra parte, conocerla quizá sea una razón para desearla aún más
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Déjeme al menos el tiempo de observar estos conmovedores combates entre el amor y la virtud
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Por un incomprensible poder, sin conseguir jamás decirle lo que quiero, me pasó el tiempo escuchando lo que no debería oír
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¿Cuándo me ha visto apartarme de las normas que me he prescrito o faltar a mis principios? Digo mis principios y lo digo deliberadamente: pues no me han sido dados al azar como a las demás mujeres, ni los he aceptado sin examen, ni los he seguido por costumbre; son el fruto de mis profundas reflexiones; los he inventado yo, y puedo decir que son mi propia obra
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Insensatas que no saben ver en su actual amante al enemigo futuro
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¡Cuánta piedad me inspiran sus temores! ¡Cuánto me prueban mi superioridad sobre usted! ¡Ay! Mi pobre Valmont, ¡cuánta distancia hay todavía aún entre usted y yo!
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises