Pues bien: la guerra.
|
Pues bien: la guerra.
|
A su edad, ¡a qué mujer no adora uno, al menos los ocho primeros días!
|
El hombre goza con la felicidad que siente, y la mujer con la que proporciona
|
Huyamos de esta pasión funesta (el amor) que no deja otra elección sino la vergüenza o la desgracia, y que incluso suele unir ambas cosas
|
¡Y verme obligado a tragarme mi rencor! ¡No poder mostrar sino un tierno dolor, cuando tengo el corazón lleno de rabia!
|
El momento más bello de una mujer, el único en el que puede provocar esa embriaguez del alma, de la que siempre se habla y que tan raramente se siente, es aquél en el que, seguros de su amor, no lo estamos de sus favores
|
Puesto que la edad de esta maldita mujer la pone a cubierto de mis golpes, es preciso golpearla en el objeto de su afecto
|
Sin ingenio ni agudeza, tiene, sin embargo, cierta falsedad natural
|
La he visto; la tranquilidad ha huido lejos de kí, y mi felicidad es incierta
|
Aún más falso y peligroso que amable y seductor, nunca, desde su más tierna juventud, dio un paso ni dijo una palabra sin tener un proyecto, y nunca tuvo un proyecto que no fuera innoble o criminal
|
Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises