Almas

Que tal vez hiciera falta una vida eterna para minimizar esa pasión que se cernía sobre nosotros.

Me hubiera encantado prepararte un baño de esencias y leerte un libro en voz alta mientras enterrabas tus preciosos rizos en agua y olvido.

Las personas mueren cuando desaparecen los recuerdos.

Me encantaría estar en su mente, leyendola como si fuese un manuscrito. Contrastando cada palabra, viajando por cada frase.

Y el universo parece un lugar pequeño para nuestra pasión.

Y todo parece un capítulo de un libro antiguo y lleno de polvo que te encuentras de nuevo abierto entre las manos sin saber que hacer, porque te olvidaste incluso hasta de leer.

Los principios se cogen con ganas hasta que perdemos la esperanza por el camino y olvidamos donde se cayó.

Tan solo había un hilo invisible que, de algún modo, nos unía en una dimensión paralela, en un submundo compuesto por sincronías y colores.

Ponerle sonido a esos labios que se ahogaban entre matices, los mismos que hubiese callado a base de besos y guerras.

Y fue en el Jazz Club cuando, por capricho del destino, nuestras almas volvieron a encontrarse con una mirada.