De qué hablamos cuando hablamos de amor

Que curioso esto de los gustos literarios.
Siendo Baldwin mi autor favorito de relatos, devoro sin ningún tipo de complejos a Carver. Y mira que las diferencias son abismales.

Quien nos ocupa, no cierra un cuento ni a punta de pistola, su prosa carece de perfume, de estética e incluso de pasión.

La magia de Raymond está en la cotidianidad, en los diálogos vacuos en apariencia y en la cuestión sin importar la resolución.

Sus personajes no tienen nada de especial, como de costumbre, perdedores, miserables, derrotados y como siempre el nexo de unión en esta colección es el amor, en concreto, todas las variantes de amor fracasado.

Padres, amigos, parejas, propio, seres humanos que se relacionan entre sí y que hace mucho tiempo que perdieron alma, fe y luz.

Un realismo de ficción muy norteamericano narrado de forma directa, sin apenas preámbulos y donde la fuerza reside en el significado de cuanto acontece.

Esta antología sin embargo, me resultó menos abrumadora.
Mismos ingredientes, misma esencia e idéntico cocinero..¿.el punto de sal?
¡Qué se yo! Falta sabor.

Carver siempre me hace replantearme que es escribir bien.
¿La belleza de la palabra? ¿La capacidad de trasmitir una idea manteniéndose al margen de ella?

Bien, mal o regular, es un autor fetiche, no él, leerle, pues suelo acompañarlo con madera destilada, envejecida convenientemente y una sensación de comodidad imperturbable.

Momentos de recogimiento, paz y descanso en la miseria de los demás.

Lo sé, estoy para que me encierren.

A estas alturas, escribir acerca de un libro de Carver (o de Carver-Lish, como parece ser este en realidad) es algo más que complicado si uno quiere parecer original; serlo es del todo imposible.

Tan imposible como no utilizar al comentar palabras o expresiones del tipo realismo sucio, desconcierto, silencios, como una cuchilla, soledad, frío, puñetazo en el estómago, lo indecible, inquietud, hechos cotidianos, violencia, relaciones de pareja, incomprensión, alcoholismo, sueño americano, crudeza, Chejov, sin concesiones, desolación, sórdido, perfección, seco, sin adjetivos, fuerza, minimalismo, familia, autenticidad, extrañeza, esperanza, desesperanza, contradicción, ruptura, hastío, directo al hígado, infidelidad, laconismo, sugestivos, desorientados, ocultar, sin sensiblería, recuerdos de momentos felices, infelicidad, deseo de recobrar aquellos momentos felices, infelicidad...

Y como no se me ocurre otra cosa, me limitaré a deciros que fue la película Birdman la que me ha traído estos cuentos de nuevo a la mente; mi reciente afición por la relectura y la cantidad de años que hace que los leí lo que me ha hecho volver a ellos; mi pésima memoria la que me ha permitido maravillarme virginalmente al releerlos; y la edad y la carga de lecturas que ya arrastro las que han intensificado aquel placer que ya experimenté con estos desnudos, terribles, sinceros y extraordinarios relatos.

Era imposible.

Os prometo que no sabía de la existencia de este señor. Es más, nunca he visto ninguna de sus obras por aquí.

Y, un día, sin más, hice mi visita mensual obligatoria a la biblioteca pública y me llamó la atención el título y el pensar en lo que podía ofrecerme.

Total, me lancé a ciegas y, madre mía, qué acierto.

Y es que Carver tiene la capacidad de crear un miniuniverso en cada uno de sus relatos - la ambientación, el contexto desolador, los mensajes subliminales y toda la simbología, convierten a este escritor en un gran punto de mira.

Carver es uno de los representantes del denominado REALISMO SUCIO - un movimiento literario originado en EEUU durante la primera mitad del siglo XX.

Emplea objetos, personajes y situaciones de la vida cotidiana - de una manera concisa, agresiva y directa - para abordar temas tan actuales como la violencia (física y psíquica), la soledad, la desesperación, la muerte y el alcoholismo.

De verdad, sabéis que nunca miento (en estas cosas): apostar por Carver es apostar por la calidad.

No, aunque por el título lo parezca no va de amor en sí este conjunto de relatos. El título se lo da uno de ellos, uno de los más destacados sin duda.

Ha sido mi primera vez con el autor y tengo que decir que en los primeros cuentos (muy breves) me quedé un poco "pues vale", no me dijeron mucho. Ya con el tercero o cuarto todo cambió y es que cuando le pillas por dónde va, por dónde quiere ir o por donde interpretas tú que quiere ir, todo cambia.

Entre los 17 relatos que lo componen nos encontramos con varios de 3-4 páginas que en general me han parecido los más flojos, pero han sido los menos, la verdad. La sensación con el conjunto y al terminarlos todos ha sido muy buena y me ha dejado con ganas de seguir conociendo la obra de este autor.

Me ha sorprendido mucho la actualidad que notaba entre sus páginas. Y es que habiendo sido publicado en 1981, si me dicen que está escrito el mes pasado me lo creo totalmente.

Ha sido una gran experiencia conocer a este autor. Muy recomendado.

Impresionante, Carver. Cada cuento es estremecedor. En muy pocas palabras encuentras ese detonante que te sacude por dentro. Altamente recomendable.

Raymond Carver, acido, directo, crudo , realista, no analiza ni desmenuza, solo plasma, lo real y cotidiano, que desde esa perspectiva parece absurdo, el relato que da nombre al libro, pone de relieve que el amor es solo la ilusion de cada cual, y absurdo a los ojos de los demas,, “ oia los latidos de mi corazon, oia los latidos de los demas, oia el ruido humano que haciamos, ninguno de nosotros se movia, aunque la noche oscurecio la sala “