Y ahora, hoy, los teléfonos sonaban, y el pasado le rozaba el oído suspirando, susurrando, murmurando y despertando recuerdos.
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Y ahora, hoy, los teléfonos sonaban, y el pasado le rozaba el oído suspirando, susurrando, murmurando y despertando recuerdos.
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Nada detendría el miedo. Lo tenía en la garganta y en el corazón. Le goteaba por el brazo y la sien y la temblorosa palma de la mano.
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¿En qué año se publicó?