Crónicas marcianas

¡Va a ver una guerra atómica! No me dejen en la tierra!

--- No soy nadie; soy sólo yo mismo. Dondequiera que esté soy algo, y ahora soy algo que no puedes impedir

El fuego era un rubicundo y vivaz compañero que respondía con un chasquido, y en la noche helada dormía allí cerca, entornando los ojos, sonrosados, soñolientos y tibios.

- ¿Acaso lo más viejo no se entera siempre de la llegada de lo nuevo?

La nave vino del espacio. Vino de las estrellas, y las velocidades negras, y los movimientos brillantes, y los silenciosos abismos del espacio....

“Los hombres de la tierra llegaron a Marte. Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los Peregrinos o porque no se sentían como los Peregrinos. Cada uno de ellos tenía una razón diferente.”

Porque casi todos se sentían enfermos aun antes que el cohete dejara la Tierra. Y a esta enfermedad la llamaban soledad

¿Quién desea ver el futuro? ¿Quién ha podido desearlo alguna vez? Un hombre puede enfrentarse con el pasado, pero pensar… Admitamos nuestro desacuerdo. ¿Qué importa quién es el pasado o el futuro, si ambos estamos vivos? Lo que ha de suceder sucederá, mañana o dentro de diez mil años.

Esta noche había en el aire un olor a tiempo. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relejes, la gente. ¿y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva, y una voz muy triste y unas gotas sucias que caen sobre cajas vacías y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? A la nieve que cae calladamente en una habitación oscura, a una película muda en un cine muy viejo, a cien millones de rostros que descienden como esos globitos de Año Nuevo, que descienden y descienden en la nada. Eso era el tiempo, su sonido, su olor. Y esta noche, esta noche casi se podía tocar el tiempo

Los hombres de la tierra llegaron a marte. Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los peregrinos, o porque no se sentían como los peregrinos...