Juzgo y condeno todo el rato, pero solo en mi cabeza.
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Juzgo y condeno todo el rato, pero solo en mi cabeza.
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Mientras se metía en la cama, el corazón de Agatha cantaba.
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Qué agradable sería olvidarse de los James Lacey de este mundo y rendirse, ponerse gorda con alborozo, olvidarse de las cremas para la piel y liberar las arrugas.
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Sagaz y adorable, Doris. Vales tu peso en oro.
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¿Quién escribió «Agnes Grey»?