Los duelos tienen sus tiempos.
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Los duelos tienen sus tiempos.
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A veces la nada es el principio de todo.
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El refugio perfecto. Autoengañarse o autoconvencerse.
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Las muertes de los vivos pueden llegar a ser una condena que arrastramos para siempre.
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El rencor niega cualquier posibilidad de acercamiento.
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Cuando se apaga uno de los faros de tu vida, debes aprovechar cualquier llama que alumbre ese camino que ha quedado oscuro.
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No solo se pierde a los muertos, sino también a los vivos.
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No se puede cambiar una vida con una muerte.
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Hay cómplices anónimos que en momentos de fragilidad están ahí para sostenernos.
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Ampararnos en la cotidianeidad, concentrarnos en lo que ocurre en nuestra percepción visual, nos desconecta de la peligrosa especulación.
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"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?