La enajenación verbal por la que algunas veces nos dejamos llevar no nos exime de lo dicho.
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La enajenación verbal por la que algunas veces nos dejamos llevar no nos exime de lo dicho.
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El primer desamor es el más difícil de encajar.
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Las noches son las guardianas de nuestras emociones más profundas, las que solo en algunas ocasiones se dejan ver, saliendo al exterior en forma de tímida confesión.
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Los tiempos son muchas veces inciertos y hay que dejar que maduren en nuestro interior con la menor prisa y la mayor comprensión.
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A veces, sin saberlo, nos hacemos portadores de lastres que no nos pertenecen y pueden acompañarnos toda la vida.
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Atreverse a dar pasos, a confesarle a alguien que quieres pasar el resto de tu vida con él o con ella, no es algo sencillo, ni siquiera para quien tiene la certeza de que la otra persona la seguiría al fin del mundo.
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Lo malo de intentar disimular con amigos que te leen la mente es que suele producir el efecto contrario. Descubren que hay un tesoro escondido detrás de las palabras y, sin pensarlo, van a por él.
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Las oportunidades no hay que dejarlas escapar.
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Enfrentarse a la verdad lleva su tiempo, para algunos toda una vida.
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No se puede huir de lo que se ha hecho.
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"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?