Bajarse al moro

Esta es una comedia (o tragicomedia podría decirse) situada en el Madrid de los años ochenta, en plena Movida, cuyos protagonistas son un grupo de jóvenes a caballo entre la marginalidad y la integración, habiendo entre ellos de todo un poco en cuanto a caracteres y ocupaciones.

Contada con un lenguaje completamente coloquial e irónico, te adentras en lo que era la situación de entonces, concretamente en el piso de estos chavales, que subsisten como pueden.
Chusa y Jaimito, primos, conviven en un pequeño apartamento que está formado básicamente por dos habitaciones. La joven, pese a no tener espacio, ofrece refugio a todo aquel que lo necesita –aunque su primo se mosquee siempre que tiene alguna ocurrencia de este tipo-; así llega Elena a nuestra historia, una niña pija que va a parar a manos del alma caritativa. Chusa trata de convencerla para que le acompañe a África, pues “bajarse al moro” no es otra cosa que visitar dicho continente en busca de droga, gracias a la venta de la cual, van subsistiendo… La pega es que Elena es virgen, por lo que no podrá traer consigo apenas nada.
Así, Chusa monta una historia por completo rocambolesca para que la chica pierda su virginidad con Alberto, pues el primo Jaimito pasa del tema. Alberto es el único coherente (por decirlo e alguna manera) de la obra y con un trabajo decente con el que ganarse la vida, un joven policía que no quiere otra cosa que ayudar a sus amigos.

Nos adentramos en una trama con vecinos pesados y drogadicción de por medio, en la que hay incluso un par de tiros y personajes no del todo variopintos, pero reales al fin y al cabo.
La verdad es que se lee en seguida, en mi caso en un par de horas largas, y merece la pena. Una novela de teatro bastante fresca, que te arrancará más de una sonrisa entre pinceladas amargas.

Ha tenido su adaptación a la gran pantalla a finales de los ochenta, de la mano de Fernando Colomo. Además de numerosas representaciones en teatro.

Se trata de una obra básicamente realista cuya acción discurre en Madrid después del régimen de la dictadura. El autor sitúa el correspondiente marco dramático en un escenario urbano donde cuatro jóvenes buscan su sitio en el mundo.

Es una obra muy fácil de leer por su lenguaje coloquial, donde la creación de diferentes situaciones, en su gran mayoría cómicas, hacen que sea muy amena y divertida. Además de estos motivos, la recomiendo a todo el mundo, por su diversidad de personajes y por el principio y el final tan diferente que tiene.