Bajarse al moro

El 6 de septiembre de 1985 bajo la dirección de José Tamayo se estrenaba en el Teatro Bellas Artes de Madrid Bajarse al moro.

Antes lo había hecho en el Teatro Principal de Zaragoza con un reparto en el que solo repetiría Jesús Bonilla.

La muy premiada obra de José Luis Alonso de Santos sigue su línea costumbrista y su éxito radica en saber representar a las nuevas generaciones de una democracia muy inmadura en aquellos tiempos.

Por un lado el libertinaje. Jóvenes en su segunda veintena de vida que deciden vivir en pisos compartidos y ganarse la vida viajando a Marruecos a por hachís, para consumo y venta.

Por el otro, lo mal que hemos entendido en este bendito país la palabra libertad, especialmente al final de aquella dura dictadura (que era más entendible) o en esta actualidad post Covid, que no tiene explicación alguna.

Dividida en 2 actos de 4 y 3 escenas respectivamente, la totalidad de la obra sucede en un piso desordenado donde conviven los 4 protagonistas.

Chusa lleva a casa a Elena, una niña bien que se ha escapado de su hogar y con la que planea "bajarse al moro"
El problema es que la nueva compañera es virgen y dado que el hachís ha de esconderse en sálvese que parte, hay que solucionar el pequeño inconveniente acudiendo al "hombre de la casa".

Aunque a todas luces se trata de una comedia, también esconde la tragedia de los perdedores y de la ruptura de lealtades cuando las cosas vienen mal dadas.

El amor y la soledad tienen cabida en este pequeño trabajo, pero muy bien condensado.

De humor y diálogos sencillos el autor logra reflejar un estilo de vida que dios me libre de criticar, pero que no comparto.

La inteligencia de José Luis Alonso se respira en un texto tan mundano como divertido, sin perder de vista el drama que suponía aquella legión de pequeños traficantes que se ganaban la vida con el menudeo poniendo en riesgo, precisamente, la libertad que tanto practicaban, por no hablar de su salud.

Actualmente es una de las pocas lecturas obligatorias en secundaria "potables" y de hecho, he llegado a su versión escrita gracias a mi hija.

Para leer buen teatro no hace falta irse a Inglaterra o pelearse con Calderón.