Un hombre audaz

Diana Palmer nos ofrece un suspense romántico ambientado en Catelow, Wyoming, y narrado en tercera persona.

Se nos narra el romance de Dalton y Merissa, pero la parte romántica tiene muy poco peso, en la novela lo fundamental es la parte de suspense. Todo es muy rápido entre ellos y ambos dan por hecho las cosas casi sin tiempo a conocerse.

Dalton es pequeño de los hermanos Kirk, pero no es necesario leer antes los libros de Mallory y Cane porque nos cuentan lo relevante. Eso sí, destripa novelas anteriores, y no solo los de los Kirk.

Dalton Kirk tiene treinta y dos años y trabaja junto con sus hermanos en el rancho familiar. Fue militar y se ganó el apodo de “Tank” en una misión. Posteriormente ejerció como agente de fronteras, pero un atentado que casi le cuesta la vida le obliga a regresar a la vida civil.

Merissa Baker tiene veintidós años y vive con su madre en una cabaña cerca de los Kirk. Tanto ella como su madre tienen visiones del futuro, así que no son demasiado populares en el vecindario. Trabaja en casa haciendo páginas web y así se mantiene lejos de los vecinos.

Como secundarios tenemos a Cody Banks, que ha enviudado recientemente y trabaja como sheriff de Catelow. Es de los pocos vecinos de la zona al que conocemos.

El resto son casi todos de Texas y a la mayoría ya los conocemos. Unos tiene ya libro publicado y otros parece que lo tendrán en el futuro. Nos reencontrarnos con la habitual mezcla de rancheros, mercenarios y agentes de diversas agencias estatales y federales que pueblan el condado de Jacobs.

He disfrutado con la lectura aunque la parte romántica me ha parecido muy sosa, y ya cansa un poco la manía de la autora de plasmar sus creencias en las historias.

La parte de suspense es entretenida y adictiva, se cierra una parte pero quedan abiertas otras, así que sabremos más en futuras entregas.

Tengo los dos siguientes libros de la serie de Wyoming sin leer y espero hacerles hueco pronto. A pesar de que me quejo en ocasiones de los libros de la autora siempre vuelvo a por más, son como una droga.

Este libro es un gran NO. Hace agua por todas partes. A la mitad ya tenía unas ganas locas de gritar “¡Abandonen el barco!” Pero al final lo he visto hundirse hasta el final.

Estoy acostumbrada al tono aleccionador de Diana Palmer quien considera que el sexo sólo debe practicarse después del matrimonio y quien no se corta en repetirlo hasta la saciedad. Pero me lo tomo como el típico comentario que podría decir mi abuela porque al fin y al cabo eso es lo que es la autora a sus 71 años. Una abuela, una abuela escritora pero abuela al fin y al cabo.
Sin embargo, en este libro ya se pasa. Por momentos no sabía si estaba leyendo una novela romántica ranchera o un panfleto de crítica social. de esos que te vienen a decir que el mundo ha ido cuesta abajo y sin frenos.

La autora no sólo crítica la liberalidad en cuanto al sexo sino que hay críticas a la situación actual de los países del tercer mundo, al mundo de guerrillas, al respeto a los animales, a las leyes y hasta le toca el turno al cine. Mención especial a las nuevas películas de Star Wars.

La historia tampoco se salva. La capacidad de la protagonista de “ver el futuro” podría haber dado para mucho pero ella se convierte en un mero adorno del protagonista quien tampoco es que sea muy listo porque el malo le mete unos goles que se veían venir desde lejos. Y hablando del malo, otro increíblemente desaprovechado y a quien pintan de tonto a pesar de toda la que lía. Sólo así se puede explicar su final. Claro que la escritora tiene un recurso para ello, y de paso mete otro poquito de crítica: las drogas. Porque es increíblemente normal que un hombre que es espía, y muy bueno en su trabajo aunque fuera un sádico, no supiera las repercusiones de las drogas y fuera a caer en ellas así de fácil.