El pasado

‘El pasado' tiene todo lo que me gusta: una forma de escribir preciosa, una trama sobre una familia que se enfrenta a un cambio, una aproximación intimista, donde el lugar donde transcurre todo es un personaje más, un libro que quedaría en el esqueleto sin borraras la naturaleza y dónde la construcción de los personajes y cómo cambian (o no) en unas semanas es el pilar del libro, no lo que pasa. Porque pasar, pasar… no pasa mucho, ya aviso, por si no te gustan ese tipo de novelas.
 
Cuatro hermanos se reúnen un verano más en la casa que heredaron de sus abuelos. Un lugar que por mucho que me dijeran las reformas que necesita, para mí era lo más parecido al paraíso que me puede venir a la mente. Pero lo cierto es que ya no van tanto y es el momento de decidir si vender la propiedad. Y claro… este es un gran elefante en mitad de la habitación que todos fingen no ver para evitar conflictos y disfrutar juntos de la que puede ser su última estancia allí.
 
Así, página a página iremos conociendo a las diferentes personas que conforman esta familia en el presente, tres hermanas, de ellas, una acude con sus dos hijos pequeños en plena crisis matrimonial; y un hermano, con su esposa, y su hija adolescente del primer matrimonio. Entre otros personajes porque con una segunda línea temporal y a partir de sus ausencias, conoceremos a los miembros de cuatro generaciones y algunos vecinos un poco pesados. Personajes que según el momento quieres dar un abrazo, gritar o poner una bandera roja gigante delante de sus ojos a ver si los abren.
 
Por muchos que parezcan están tan bien dibujados, cada uno con su vida, personalidad y arco, que es imposible liarse. Personajes que conviven y que se conocen perfectamente pero que deciden pasar sus pesares en soledad ¡No es un libro de hacerse un croquis! Es un libro para dejarse mecer por la lectura, trasladarse a ese verano en el rural inglés y disfrutar del placer de la lectura.
 
Reconozco que esperé que en la línea temporal que da nombre al libro hubiera algún giro puesto que hay pequeños misterios, pero no, el camino por el que quiere llevarnos la autora va por otros derroteros, no el de dejarte con la boca abierta por algo que no venías venir.
 
No puedo no destacar una de las cosas que más he disfrutado junto con las descripciones de la naturaleza y su incidencia en los personajes, y es como la autora muestra el ‘mundo de los niños'. Ojalá leáis el libro y Ivy y Arthur os den tanto como me han dado a mí, volver vivir los juegos, temores y creencias que surgen de los secretos que solo se dan en la infancia.
 
‘El pasado' está lleno de pequeños secretos que marcaron vidas, de renuncias, de insatisfacciones ocultas, de amor. de personas que no quieren mirarse al espejo por miedo a lo que pueden encontrar, que se esconden tras una sonrisa, una mentira, un diario o una pareja. También de primeras veces, y de últimas. Pero dentro de tanta cotidianidad, veremos como el contexto externo (o no tanto) a esta familia también cobra peso en sus vidas, como las consecuencias de la dictadura militar argentina o el mayo del 68 francés.
 
Una historia sobre la memoria familiar que habla sobre cómo hay tantas formas de enfrentarse a una misma situación como personas, sobre cómo nos aferramos a los lugares cuando las personas que queremos ya no están, sobre lo difícil que es dejar ir los lugares donde fuimos felices, sobre como eso también es duelo.
 
Conmovedor, bellísimamente escrito, con una historia contada sin prisa. No sé, he sentido este libro como un sueño en el que he vivido en sus páginas. No puedo imaginarme veraneando lejos de esa casa, esos campos, esa cascada que aparece y desaparece… ni pensar que ya no voy a estar dentro de la cabeza de estos personajes y saber qué les pasara a partir de ahora. Espero que estén todos bien.

El verano vuelve a reunir a los hermanos Crane en la casa en la que cada año disfrutaron de sus vacaciones. La casa familiar, situada en una pequeña localidad inglesa, perteneció a sus abuelos, acogió a su madre en sus problemas matrimoniales y fue refugio de los hermanos cuando esta falleció de forma prematura. Ahora la casa se desmorona, nadie quiere ni puede hacerse cargo, estas son las últimas tres semanas que pasan juntos hermanos y familia y la tensión y los sentimientos encontrados planean sobre ellos.

Pasado y presente conviven en un mismo lugar y dan forma a una historia familiar compartida, pero percibida de una forma muy diferente. La autora convierte al lector en el gran confidente de todos y cada uno de los habitantes de esa casa: sabemos lo que piensan y callan, lo que sienten y no son capaces de expresar, somos guardianes de sus secretos y de sus inseguridades y vemos más allá de la imagen que se esfuerzan en representar.

Los desencuentros familiares, el polvo y los desconchones en la pared se mezclan con el color del verano en el campo, con las reuniones al rededor de una mesa con mantel y velas y con el murmullo del revoloteo de los insectos al rededor de una lamparilla. Y es que hay algo bucólico en esta novela, algo que envuelve al lector y lo introduce en la dinámica relajada de los largos días estivales.

Personalmente me ha gustado mucho la forma de escribir de Tessa Hadley. Su estilo es sencillo y preciso, es brillante eligiendo la palabra adecuada. El diálogo entre los personajes lo he sentido muy natural, tanto como sus perfiles. Sus personajes se mueven en los grises, tienen personalidades complejas y se relacionan de una forma tan real que es fácil reconocer situaciones como propias.

Me ha encantado conocer a Tessa Hadley y me ha encantado hacerlo con esta novela. "El pasado" es una historia familar en la que el silencio habla y sigue resonando cuando se abandona la última página.

Una novela sobre cuatro hermanos que se reúnen en una querida pero desmoronada casa de campo de sus difuntos padres durante tres semanas, y decidir si se quedan con ella o la venden.
Cada uno de los hermanos lleva hijos, hijastros, cónyuges, y por supuesto su pasado. Una casa que actúa como un núcleo que va a unir a cuatro personas, cuyas vidas les ha llevado por caminos diferentes.
Una historia que cuenta secretos y errores de los protagonistas que ocurrieron en el pasado, incluso antes de que nacieran, y que afectaran a su futuro.
El libro esta dividido en tres partes, dos tramos tratados en el presente, y una ambientado en el pasado, en el año 1968, una parte importante para entender y unir todo.
Durante estas vacaciones habrá rivalidades, alianzas, coqueteos, donde la autora representa tanto la vida interior como la vida social de los personajes, sin haber una trama en si, la novela trata interacciones y reflexiones entre ellos.
Con una prosa elegante, incluso a veces divertida, tratará temas sobre la capacidad de ser nobles, pero a la vez mezquinos, hablará sobre lazos familiares, con personajes muy caracterizados que descubrirán aspectos de si mismos que no se presentarían en sus vidas estando separados unos de otros.
Me ha resultado adictiva la forma de escribir de la autora, aun siendo un libro que no tiene grandes giros y sin una historia muy discordante mantienen al lector el interés desde el principio hasta el final.

Puede que este sea el último verano que Harriet, Alice, Roland y Fran pasan en la casa familiar. Durante años, la querida rectoría de Kington en la que su abuelo fue vicario durante cuarenta años ha sido lugar de reunión para ellos. La gran casa en lo profundo de la campiña inglesa ya no es lo que era y los hermanos deben decidir, tras estas vacaciones, si la venderán o no. Una decisión compleja en la que todos parecen estar más o menos conformes, pero… ¿pesará más el pasado y los recuerdos que encierran bajo ese techo destartalado?

El vínculo con la casa de nuestra infancia es a menudo muy intenso y para la austera Harriet, el vanidoso Roland, la romántica Alice y la sensata Fran, no es menos; fue su hogar tras la prematura muerte de su madre y, año tras año, se ha convertido en el refugio al que volver no sólo con sus propios hijos, también con las mochilas propias de la edad adulta, como los problemas maritales o las crisis de identidad.

“El pasado”, editado por @sextopisoeditorial, de #TessaHadley es la prueba irrefutable de cómo este sigue llamando a la puerta del presente por muchos años que pasen. La autora divide su novela en tres secciones: El presente, El pasado y El presente, creando una estructura que le permite mostrar cómo acontecimientos anteriores pueden filtrarse de manera sutil y sorprendente en el aquí y el ahora. Las dos secciones actuales intercalan un acto intermedio, ambientado en 1968, cuando por fin conocemos a la omnipresente Jill, madre de los hermanos, que en ese momento había abandonado a su marido y busca refugio con sus padres en la casa arrastrando con ella a sus tres hijos (Harriet, Roland y la pequeña Alice).

Lo cierto es que, en cuanto a trama, no sucede mucho en este periodo estival, lo que hace que hasta los eventos más cotidianos tengan un aura de significado y se genere una tensión constante. Las historias y los silencios de la familia se entrelazan, las pequeñas riñas se convierten en crisis, causando un ambiente hostil cada vez más denso en este libro tan bellamente construido como incómodo.
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Este libro de Tessa Hadley nos lleva directos a la casa familiar de cuatro hermanos que se reúnen en ella para decidir si la venden, liberando así al pasado que les ha llevado a estar donde están, o la conservan, como si fuera un ancla esos recuerdos que a veces utilizamos como refugio.

Leer “El pasado” no solo supone viajar con los protagonistas a la casa de sus abuelos, sino también instalarnos en ella y ser partícipes de sus conversaciones, de sus alegrías, de sus miedos y de sus preocupaciones en el que puede ser su último verano juntos.

A pesar de su título, este libro es un canto al presente, a la importancia de dejarse abrazar por el ahora, sin pensar en el ayer ni en el mañana. Y así me he sentido yo mientras lo leía, como si estuviera en unas vacaciones eternas en la casita del pueblo en el que pasaba cada verano con mi abuela. Ese lugar al que sigo volviendo de adulta con la esperanza de detener el tiempo.

Un libro pausado y maravilloso.