Este libro de Tessa Hadley nos lleva directos a la casa familiar de cuatro hermanos que se reúnen en ella para decidir si la venden, liberando así al pasado que les ha llevado a estar donde están, o la conservan, como si fuera un ancla esos recuerdos que a veces utilizamos como refugio. Leer “El pasado” no solo supone viajar con los protagonistas a la casa de sus abuelos, sino también instalarnos en ella y ser partícipes de sus conversaciones, de sus alegrías, de sus miedos y de sus preocupaciones en el que puede ser su último verano juntos. A pesar de su título, este libro es un canto al presente, a la importancia de dejarse abrazar por el ahora, sin pensar en el ayer ni en el mañana. Y así me he sentido yo mientras lo leía, como si estuviera en unas vacaciones eternas en la casita del pueblo en el que pasaba cada verano con mi abuela. Ese lugar al que sigo volviendo de adulta con la esperanza de detener el tiempo. Un libro pausado y maravilloso. |