La autora en esta historia nos invita nuevamente a vagabundear por callejones retorcidos de la mente humana y de sus comportamientos patológicos que terminan decantando en actos amorales y reprochables, que, a pesar de estar perfectamente excusados en la mente del criminal, terminan en el dolor y la muerte de sus víctimas. En la historia de Irlanda, nuestra protagonista, las cosas no tardan en estar muy claras de lo que ella es y de cuales son sus actos. Una mujer exuberante, con un pasado doloroso marcado por una cicatriz en su rostro consecuencia de una cirugía para arreglar un problema genético, defecto físico casi imperceptible, pero convertido en una herida psicológica irreparable, con tintes de dismorfia corporal y apalancado en el dolor de la vaga definición del, yo, Irlanda se ha convertido en una asesina serial con tendencias necrófilas y sin remordimientos de sus actos. El hecho que el bar en el que la protagonista encuentra a sus victimas se llame “la cebolla de cristal” nos deja claro que no existe un misterio a resolver, bajo capas translucidas esta a la vista que a aquellos hombres les espera la muerte. Los diálogos o más bien monólogos que muestra el libro, parten del absurdo de la queja y el contrapunto de una obra teatral. Tenemos claro para donde vamos y lo que podemos encontrar, la relevancia de la historia radica en como no lo cuenta la autora y en el universo que construye para esta historia y para las otras de ella misma que se encuentran referenciadas en estas páginas. + Leer más |