Un millón de gotas de Víctor del Árbol Romero
Le dije que no podía luchar ella sola contra toda la maldad del mundo y sus esfuerzos solo eran una gota en el océano. Y ¿sabes lo que me respondió? "Qué es el océano sino un millón de gotas?"
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Un millón de gotas de Víctor del Árbol Romero
Le dije que no podía luchar ella sola contra toda la maldad del mundo y sus esfuerzos solo eran una gota en el océano. Y ¿sabes lo que me respondió? "Qué es el océano sino un millón de gotas?"
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
—¿Crees en Dios, Simón? —¿Qué más da? Si Dios no cree en mí. |
El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
Devoraba libros porque no podía vivir. Cuando mi madre se marchaba a trabajar limpiando la mierda de los ricos en la ciudad, yo recogía a mis hermanos y remontábamos la cuesta desde el colegio hasta la pequeña biblioteca. Allí debíamos quedarnos hasta que apareciera mi madre con el rostro cansado, malhumorada, para llevarnos a casa. Pero yo nunca quería irme, prefería seguir parapetado allí, en la pequeña sala de plafones, en aquel barracón, leyendo, huyendo en realidad. Porque allí no entraba el Mal, no había más dolor del que se pudiera soportar, sino vidas mágicas, viajes, esperanzas.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
El dolor no es nada. Y, sin embargo, es al menos la mitad de lo que nos habita.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
Sin un horizonte al que llegar, el ser humano no es capaz de moverse.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
Si esperas lo suficiente, el odio se cansa de morderte las entrañas. Se va secando poco a poco. Y luego se marcha a otra parte. No quiero que mis hijos crezcan con el corazón pequeño.
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Un millón de gotas de Víctor del Árbol Romero
La Matrioshka es un juego de apariencias donde sólo existe una verdad, y en contra de esa apariencia, la verdad y sus reflejos son idénticos, pero no significa que sean la misma cosa. Los ojos creen en lo que ven, la primera muñeca
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Un millón de gotas de Víctor del Árbol Romero
La juventud sólo humilla la vejez de los que no han vivido suficientes vidas..
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La tristeza del samurái de Víctor del Árbol Romero
Los hombres morían, mataban, traicionaban sus ideales, embarcaban un pueblo entero en guerras fratricidas….por el poder.
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La tristeza del samurái de Víctor del Árbol Romero
Las personas que ya no tienen fe en su destino dejan de luchar, ya no moldean su vida y pasan a convertirse en testigos pasivos de sí mismos.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
Quítale a un hombre el pan y niégale el horizonte y tendrás un rebelde.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
Mi padre seguía en mí como una maldición, como una música que nunca termina. En todo lo que yo hacía, decía, pensaba y sentía estaba él. Negarlo a él era negarme a mí mismo.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
Ojalá existiera la posibilidad de atrapar el tiempo para retroceder y cambiar las cosas, congelarlas al menos en el momento en que fueron perfectas, justo un segundo antes de que empezaran a estropearse.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
En la vida de los miserables todo es pecado, ¿verdad? Todo excepto la resignación. Callar y agachar la cabeza.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
Vencer ya no era solamente imponerse, era hacer desaparecer todo vestigio del vencido. Borrarlo de la faz de la Tierra, sentida memoria y todo recuerdo. Como su nunca hubiera existido un antes.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
A su hermano le había perdido no saber callar, no saber estarse quieto y no aceptar cómo eran las cosas.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
A una persona se la conoce mejor buscando en sus olvidos que en sus recuerdos.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
Como un perro atado a la cadena, dejas de luchar para vencer y empiezas a hacerlo para no ser vencido.
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El hijo del padre de Víctor del Árbol Romero
Somos lo que contamos de nosotros mismos, y en el relato somos mejores que en la vida.
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