Una corte de llamas plateadas de Sarah J. Maas
“Deseo que tengamos el coraje de salir al mundo cuando estemos listas, pero que siempre podamos encontrar el camino para volver a encontrarnos”.
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Una corte de llamas plateadas de Sarah J. Maas
“Deseo que tengamos el coraje de salir al mundo cuando estemos listas, pero que siempre podamos encontrar el camino para volver a encontrarnos”.
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Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
Las alas grises de Hunt se abrieron un poco: la postura habitual de un malakh cuando se preparaba para una pelea física. Y esos ojos oscuros… Eran los ojos del guerrero temido, del ángel Caído. El que había destrozado los campos de batalla donde le habían ordenado pelear. El que mataba por el capricho de un arcángel y lo hacía tan bien que lo llamaban la Sombra de la Muerte.
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Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
Hunt entró repentinamente, la cara llena de furia, las alas abriéndose. La sombra de la muerte desatada.
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Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
Pero ahí estaba Danika, con el audio entrecortado, el sonido de su voz pidiendo clemencia desde los altavoces del techo. Danika, que estaba siendo devorada y destrozada. El silencio del asesino era tan escalofriante como los gritos de sollozantes de Danika. |
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Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
Era cierto, Hunt y el concepto «amigos» no iban de la mano. Incluso entre los triarii, incluso después de llevar con ellos dos años, Hunt seguía prefiriendo su soledad. Seguía trabajando incansablemente hacia un único objetivo: la libertad. O, más bien, la escasa probabilidad de alcanzarla.
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Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
No había ni rastro del casco con rostro de calavera que le había ganado a Hunt el sobrenombre susurrado en todos los corredores y calles de Ciudad Medialuna: el Umbral Mortis. «La Sombra de la Muerte». |
Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
Hunt parecía existir dentro de una onda permanente de quietud. Era el silencio antes del trueno, como si toda la tierra contuviera el aliento cuando él estaba cerca.
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Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
El tiempo seguía avanzando a trompicones, se aceleraba y de detenía.
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Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
Supo en lo más hondo que no era una alucinación, eso que yacía en su cama, supo en lo más hondo que lo que se desangraba en su pecho era su corazón. Danika estaba ahí. Hecha pedazos. Y al pie de la cama, repartido por toda la alfombra desgarrada y en pedazos más pequeños, como si hubiera muerto defendiendo a Danika… supo que eso era Connor. Supo que el montón justo a la derecha de la cama, el más cercano a Danika… Eso era Thorne. Bryce se quedó mirando. Mirando. Tal vez tiempo se detuvo. Tal vez estaba muerta. No podía sentir su cuerpo. |
Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
La oscuridad le dio la bienvenida. El regusto cobrizo de la sangre y el olor a putrefacción la golpearon. Todo su cuerpo se contrajo, cada uno de sus músculos se puso en alerta y todos sus instintos le gritaban que corriera, corriera, corriera. Pero sus ojos de hada se acostumbraron a la oscuridad t revelaron el apartamento. Lo que quedaba de él. Lo que quedaba de ellos. |
Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
Bryce se limitó a sentir el palpitante ritmo de la música, a sentir la euforia brillas por su piel más rápido que un ángel que desciende por los cielos, al sudor que se deslizaba por su cuerpo mientras ella se contorsionaba en la antigua pista de baile. Apenas iba a poder caminar mañana, tendría solamente medio cerebro, pero, joder… Más, más, más. |
Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
La vida era estupenda. La vida era realmente estupenda, y no podía esperar un maldito minuto más para hacer el Descenso con Danika y hacer aquello hasta que la tierra se redujera a polvo.
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Sarah J. Maas
Connor había escrito: Sabes que no sirvo para hablar. Pero lo que quería decirte, antes de que intentaras discutir conmigo, por cierto, es que creo que vale la pena. Tú y yo. Intentarlo. Luego había agregado: Estoy loco por ti. No quiero a nadie más. No he querido a nadie más desde hace mucho tiempo. Una cita. Si no funciona ya veremos cómo lo resolvemos. Pero solo dame una oportunidad. Por favor. |
Sarah J. Maas
Se podía ver el amor brillar en sus ojos, una gratitud que le encogía el pecho a Bryce, simplemente por el hecho de que a alguien le importara si ella vivía o moría.
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Sarah J. Maas
-Vamos, Be, no seas cobarde. Bryce suspiró y colocó la mano sobre el disco. -Deseo que Danika se haga una manicura. Sus uñas dan asco. Una descarga la recorrió, un ligero vacío alrededor del ombligo, y luego Danika rio al tiempo que la sujetaba. -Maldita perra. Bryce pasó el brazo por los hombros de Danika. -Te lo merecías. |
Sarah J. Maas
No importaba, siempre y cuando Danika estuviera ahí. Empezando por el Descenso. Harían el salto mortal hacia la madures de sus poderes juntas, enfrentarían lo que hubiera en el fondo de sus almas y luego correrían de regreso a la vida antes de que la falta de oxígeno les provocara la muerte cerebral. O la muerte, a secas.
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Sarah J. Maas
Desde el momento en que Bryce entró a du habitación el primer día de universidad, habían hecho todo juntas. Solamente ellas dos, como sería siempre. Incluso habían planeado hacer el Descenso juntas: congelarse en la inmortalidad en el mismo instante, con miembros de la Manada de Diablos como sus Anclas. |
Sarah J. Maas
Era una estupidez, Bryce lo sabía, pero si eso hacía que Danika no se sintiera tan estresada por la liberación de Briggs, bueno, valía la pena.
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Sarah J. Maas
Bryce ocultó también su sonrisa. Nunca se aburría de aquella admiración. Principalmente porque sabía que Danika se la había ganado. Cada maldito día, Danika se ganaba esa admiración que florecía entre los rostros de extraños cuando veían su cabello del color del maíz y el tatuaje del cuello. Y el miedo que hacía que la escoria de la ciudad se lo pensara dos veces antes de meterse con ella y la Manada de Diablos.
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Es un retelling de...