Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
Bryce se limitó a sentir el palpitante ritmo de la música, a sentir la euforia brillas por su piel más rápido que un ángel que desciende por los cielos, al sudor que se deslizaba por su cuerpo mientras ella se contorsionaba en la antigua pista de baile. Apenas iba a poder caminar mañana, tendría solamente medio cerebro, pero, joder… Más, más, más. |