El lunes nos querrán: Premio Nadal de Novela 2021 de Najat El Hachmi
No se puede amar con miedo, no se puede querer libremente cuando una lo arriesga todo y el otro nada.
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Calificación promedio: 5 (sobre 118 calificaciones)
/Hubo un primer momento en el que, como consecuencia del hecho de ser muy lectora, sentí la necesidad de escribir. En otro momento, también temprano, una maestra nos pidió que lleváramos un diario para hablar luego los temas en clase y ahí surgió, de repente, la necesidad de hablar de algunas cuestiones que con el tiempo me di cuenta que eran mucho más profundas que el simple entretenimiento y creo que a partir de ahí ya dije, no sé muy bien si consciente de lo que esto significaba, que quería ser escritora. También porque leía a muchas autoras que admiraba, eran mis referentes no tanto como lectora, si no que me llevaban a intentar expresar algo en un terreno que me resultaba muy desconocido y a la vez con todas las posibilidades para crear lo que lo que a mí me apeteciera.
Durante muchos años fui haciendo mis probaturas, intentando descubrir dos cosas muy importantes: de qué quieres hablar y cómo quieres decirlo. Ese proceso al que no le das mucha importancia porque hay esbozos o escribes textos sin tomártelo demasiado en serio, es en realidad un tiempo muy importante para la formación de cualquier escritor. Es ahí que encuentras la voz y respondes al qué y al cómo decirlo, ves lo que te encaja y lo que no. Escribes y claro, las cosas se ponen más serias, en la parte externa del proceso, cuando publicas tu primer libro.
Creo que la literatura puede tener la función de articular discursos alternativos a los hegemónicos. Porque realmente, aunque parezca fácil escribir y todo el mundo pueda escribir y decir lo que quiera, siempre son las mismas historias las que se cuentan, sobre todo las que tienen mayor visibilidad. Las mujeres con las que yo crecí, por ejemplo, nunca aparecen, nunca son protagonistas, no son importantes, entonces para mí escribir sobre ellas es una forma de hacerles justicia, porque hay mucha vida en lo que ellas cuentan, en lo que les pasa. No solamente sirve para denunciar esa situación, sino que además ocurren muchas cosas que creo que literariamente pueden ser interesantes, porque en todo ser humano existe la posibilidad de una historia, que podemos considerar literaria porque en todos nosotros hay algo de universal. Nos toca ampliar un poco los muros de lo literario para que entren también experiencias que normalmente, por los mecanismos sociales que establecen el lugar que tenemos que ocupar, quedan siempre al margen. Al mismo tiempo, hablo de lo que es mío, de lo que conozco. Creo que todos los escritores al final hacemos eso. Aprovechamos un poco el paisaje que nos tocó para situar ahí las historias. El reto está en transformar esas historias y paisajes en algo universal.
Sí, esto nos lo contó muy bien Simón de Beauvoir, quien decía que ser mujer no es realmente algo determinado por nuestro sexo, sino que es una construcción que se hace sobre nuestro sexo; es decir, lo que llamamos ahora género. En realidad es una es una construcción opresiva sobre las mujeres, porque nos dicen que para ser mujeres tenemos que encajar en toda una serie de roles y normas que vienen dadas por una estructura de poder, que es el poder patriarcal. Entonces hay formas muy clásicas de articular ese poder que podemos identificar muy bien, como es la manera en la que viven las protagonistas en relación a sus propios orígenes, a su propia familia, no pueden salir de casa porque son mujeres, no pueden hablar con hombres porque son mujeres... Pero luego hay formas menos evidentes como la opresión sobre los cuerpos de las mujeres, estamos obligadas a encajar dentro de unos cánones estrictos y si nos salimos de esos cánones nos dicen que somos menos mujeres, menos femeninas. La feminidad es algo muy difícil. Tenemos que desmontar esas construcciones, que aunque no sean iguales a las de antes, a las de las leyes patriarcales anteriores que han ido cambiando, siguen provocando muchísimo sufrimiento y sobre todo, haciendo que las mujeres creamos que renunciamos a nuestras propias necesidades y deseos, a disfrutar de nuestros cuerpos, por voluntad propia.
Sí, el sentimiento de culpa es universal, pero digamos que hay más elementos para que las mujeres nos sintamos culpables, ¿Por qué? Por lo que decíamos antes, porque realmente ser esa mujer ideal que nos transmiten desde tantos lados es absolutamente imposible. Entonces, como no conseguimos llegar a eso nunca nos sentimos culpables, no podemos ser tan perfectas como se nos dice que tenemos que ser, no podemos ser tan buenas madres como se supone que tenemos que ser, ni ser tan amantes fantásticas, ni tan deportistas. Realmente hay tantas cargas que la sensación de no estar cumpliendo con todas esas demandas es lo que lo que acaba generando mucha culpa. A veces también transgredir esas normas nos genera culpa, porque aunque sean injustas, incumplir una ley o desobedecer produce conflicto o malestar. Lo mejor sería que realmente esas leyes cambiaran, en vez de tener que transgredirlas para poder conquistar nuestra propia libertad.
Esto es algo que no decidimos las personas migrantes. Lo deciden por nosotros, nos van dirigiendo hacia esos barrios que se supone nos son propios. Es cierto el aspecto económico puede determinar dónde vas a vivir, pero incluso cuando hay posibilidades de salir de estos barrios, te resulta muy difícil, te impiden vivir en otro sitio, porque en otro sitio vas a despiertas más suspicacias. Es algo que yo he vivido, no quería seguir viviendo en el mismo barrio que mi familia, pero en otros barrios que no eran los habituales para personas como yo, me pedían muchos más requisitos o simplemente me negaban la posibilidad de vivienda aunque pudiera pagarla. Hay un mecanismo como invisible que establece fronteras cotidianas para las personas. Es algo que no puede cambiar de forma espontánea, tendríamos que tener políticas dirigidas hacia acabar con ese tipo de segregación y no creo que las tengamos, porque si nosotros no ocupamos esos barrios, quiénes lo van a ocupar, si nosotros no hacemos esos trabajos, los trabajos que nadie quiere hacer, quiénes los hacen. No veo una voluntad política de cambio porque en el sistema en el que vivimos a todo el mundo le sale cuenta ¿no? Menos a quienes estamos abajo, pero al poder le sirve.
Sí, por supuesto. La amistad se convierte en un asidero para las protagonistas, en algo a lo que agarrarse. Creo que ese vínculo de amistad tan profundo y tan intenso, es muy esperanzador para ellas, porque el resto de relaciones que tienen con otras personas son muy decepcionantes y hacen que sientan solas, que incluso lleguen a dudar que pueda haber alguna posibilidad de paliar esa soledad con otro ser humano. Pero esa amistad precisamente es lo que yo creo que las mantiene con fuerza para seguir adelante, porque demuestra que sí, que existe la posibilidad de ser con otra persona, sin tener que justificarte, sin tener que amoldarte, sin tener que dar explicaciones, sin tener que adaptarte y dejar de ser lo que eres. Y eso también es para mí la libertad, el poder estar con alguien y sentirte que no hay ningún problema en que seas lo que seas, que la otra persona te acepta con tu complejidad, con tus contradicciones, con tus partes buenas y tus partes menos buenas. La palabra que más me resuena en la amistad es esperanza, la posibilidad de no estar sola, de poder apoyarte, saber que si te caes hay alguien que te va a sujetar.
Porque aunque hay muchos elementos que son cercanos a mí, la intención es ir un poco más allá de mi propia vivencia. Esta es una historia que se alimenta de muchas historias, de miles de historias de mujeres reales que a mí me han contado lo que les ha pasado. No importa realmente mi propia vivencia, para mí se trata de escribir sobre lo cercano, entonces no se basa en la necesidad de escribir sobre mí, sino sobre nosotras, ese nosotras que está formado por miles y miles de historias de mujeres. Hacerlo en segunda persona me pareció que funcionaba, al menos cuando la escribía, para poder decir lo que quería decir y que hubiera también esa sensación de complicidad con el lector o la lectora, la misma complicidad que existe entre las protagonistas. Esa segunda persona es una interpelación a la vida, pero también una interpelación directa al lector. También como una voz muy íntima y directa en la que se puede abordar cuestiones que son muy personales y a la vez mezclarlas con otras que a lo mejor son más sociales. A más de hora no e irme de no y recorriendo todos esos niveles de la vela de la persona.
Fui armando el texto en una lengua y en otra, dependiendo del fragmento o del capítulo, entraba en una o en otra lengua. No puedo decir exactamente cómo porque no era algo que tuviera muy cuadriculado, sino que simplemente fue un ir y venir de una lengua u otra. Lo curioso fue que hubo cosas que cambiaron en un texto en relación al otro, entonces tuve que separar los dos originales y centrarme primero uno, luego en otro. El proceso fue muy intenso, hay detalles que no creo puedo recordar, pero sí que veía cosas que cambiaban entonces el tercer paso fue ya con los textos definitivos en ambas lenguas, modificar aquello en lo que se habían alejado, para que no fueran dos novelas distintas, que hubieran podido serlo, no hay ninguna regla escrita que diga que tenga que ser exactamente iguales pero es algo que a mí personalmente no me parecía muy ético con las obras y con los lectores, que bajo un mismo título y autora hubiera dos historias diferentes.
Ahora estoy con la promoción de la novela, tengo cosas en mente pero prefiero no hablarlas demasiado, muchas veces me desmiento a mí misma, termino haciendo algo que no es lo que había dicho que haría. No por una superstición, si no porque en el camino cambias y haber asegurado algo te compromete de algún modo.
Aloma de Mercè Rodoreda, es su primera novela y también fue la primera obra suya que leí. Me entraron ganas de escribir después de leerla.
García Márquez, por ejemplo, cuando lo lees dices qué puedo yo añadir a todo esto. Esa prosa tan vital, a veces no es solamente la capacidad técnica si no la vida que hay en lo que lees.
Diría que Rododera, que además marca el uso de la lengua catalana. Pero antes, también recuerdo haber leído, en la infancia, aunque no lo tenga ahora como referente, a Conan Doyle y haber querido ser química o detective y descubrir muchas cosas.
Nada de Carmen Laforet.
Hay muchos. Stendhal, por ejemplo, me queda pendiente.
Creo que el valor depende del gusto estético de cada cual, hay novelas a las que no he podido entrar pero eso no me da derecho a descartarlas.
Buda en el ático de Julie Otsuka. Me encanta la forma en que narra, un relato coral pero no es que va teniendo distintos personajes, si no que la voz misma es plural, una cosa muy curiosa y muy elaborada. La novela trata la presencia de los japoneses en California, después de la Segunda Guerra Mundial, una historia además centrada en las mujeres.
No soy mucho de citas pero hay una idea de Siri Hustvedt decía que la imaginación y la memoria son dos versiones de la misma facultad, lo cual para los que hacemos realismo nos quita la culpa de no elevarnos lo suficiente sobre la realidad para construir escenarios distintos.
Acabo de empezar la vida juega conmigo de David Grossman. También un libro de artículos de Rosa Chacel que encontré en una tienda de segunda mano.
Con motivo del lanzamiento del libro "El lunes nos querrán" Crea Lectura entrevista a Najat El Hachmi que nos detalla algunos aspectos de su libro. Crea Lectura, es un programa de televisión que informa de la actualidad literaria y los lanzamientos más importantes del momento. Puedes ver esta y otras entrevistas en nuestra lista de reproducción del canal de Youtube.
El lunes nos querrán: Premio Nadal de Novela 2021 de Najat El Hachmi
No se puede amar con miedo, no se puede querer libremente cuando una lo arriesga todo y el otro nada.
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El lunes nos querrán de Najat El Hachmi
Cuando tienes muchos motivos para rebelarte no te puedes permitir el lujo de ser un rebelde sin causa.
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El lunes nos querrán de Najat El Hachmi
Cuando tienes muchos motivos para rebelarte no te puedes permitir el lujo de ser un rebelde sin causa.
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El lunes nos querrán de Najat El Hachmi
Lo único que queríamos era ser amadas. Tal como éramos, sin más.
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Siempre han hablado por nosotras de Najat El Hachmi
Es una verdad obvia y muy repetida, pero sigue estando vigente: sin educación no hay libertad.
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El lunes nos querrán de Najat El Hachmi
Cuando se hacía de noche en nuestro barrio vertical, las ventanas iluminadas de centenares de pisos minúsculos parecían ojos que nos observaran.
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Siempre han hablado por nosotras de Najat El Hachmi
Puedo comprender que cuando te imponen algo busques la manera de justificar que aceptas libremente esa imposición. Lo sé porque yo también llevé el pañuelo que me impusieron por muchos años.
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Siempre han hablado por nosotras de Najat El Hachmi
Esta manera de entender el feminismo ha hecho furor en los últimos tiempos: que cada una se ocupe del suyo. Del feminismo descolonial, del negro, del gitano y, por supuesto, del islámico. Y yo no puedo sino observar y leer estupefacta porque creía que la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres y la reivindicación de la dignidad de estas últimas traspasaba todas las fronteras y todas las realidades geográficas, que era una cuestión de derechos universales.
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El lunes nos querrán de Najat El Hachmi
La decencia, siempre la decencia, esa sustancia pegajosa que me habían arrojado encima sin saber yo lo que era
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El lunes nos querrán de Najat El Hachmi
Por eso no me quitaba el peso del pecho, porque no podía sentirme libre entre quienes nos dijeron que eran «los nuestros» y porque entre los «otros» era completamente invisible.
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Gregorio Samsa es un ...