La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
Le ha placido a la naturaleza hacernos llegar a la felicidad sólo por las penas: pero una vez vencidas, nada puede igualar los placeres que se gustan [...]
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
Le ha placido a la naturaleza hacernos llegar a la felicidad sólo por las penas: pero una vez vencidas, nada puede igualar los placeres que se gustan [...]
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
[...] abandonad todos vuestros sentidos al placer; que sea el único dios de vuestra existencia; es el único al que una joven debe sacrificar todo, y a sus ojos nada debe ser tan sagrado como el placer.
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
Mi elección no es difícil; yo desprecio todas esas fantasías repugnantes, e incluso ese Dios, al que aún tenía en consideración por debilidad, por ignorancia, no es para mí más que un objeto de horror.
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
¿Que los hemos perdido?... Recuerdos amargos, horribles remordimientos nos desgarran y se unen a los tormentos de la edad para rodear de lágrimas y zarzas la funesta proximidad del ataúd...
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
Recuerda, de una vez por todas, hombre simple y pusilánime, que lo que los tontos llaman humanidad no es más que una debilidad nacida del temor y del egoísmo; que esta quimérica virtud, encadenado sólo a los hombres débiles, es desconocida de aquéllos cuyo estoicismo, valor y filosofía forman su carácter. Actúa, por tanto, caballero, actúa sin temer nada; si pulverizáramos a esta ramera no habría siquiera el menor indicio de crimen.
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
Pero el corazón engaña, porque nunca es otra cosa que la expresión de los falsos cálculos de espíritu; madurad éste, el otro cederá al punto; cuando queremos razonar, siempre falsas definiciones nos extravían; yo no sé lo que es el corazón: llamo así a las debilidades del espíritu.
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
[...] os falta experiencia; espero a que ella os haya madurado; entonces, querido mío, no hablaréis tan bien de los hombres, porque los habréis conocido. Fue su ingratitud lo que secó mi corazón, su perfidia lo que destruyó en mí esas virtudes funestas para las que, como vos, acaso había nacido.
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
[...] no escuchéis nunca a vuestro corazón, hija mía; es el guía más falso que hemos recibido de la naturaleza; cerradlo con gran cuidado a los acentos falaces de la desdicha; más vale rechazar el que realmente debiera interesaros que arriesgaros a dar al malvado, al intrigante o al farsante: lo primero tiene muy leves consecuencias, lo segundo los mayores inconvenientes.
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
¿Qué es el hombre y qué diferencia hay entre él y las demás plantas, entre él y los demás animales de la naturaleza? Ninguna probablemente. Casualmente colocado, como ellos, en este globo, ha nacido como ellos; se propaga, crece y decrece como ellos; llega como ellos a la vejez y como ellos cae en la nada tras el término que la naturaleza asigna a cada especie de animales en razón de la constitución de sus órganos.
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
Si hay algo extravagante en el mundo es ver a los hombres, que no conocen a su dios y lo que ese dios pueda exigir más que según sus limitadas ideas, querer, sin embargo, decidir sobre la naturaleza de lo que contenta o desagrada a ese ridículo fantasma de su imaginación.
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
[...] es que, cuando se tiene miedo, se cesa de razonar; es que, sobre todo, les han recomendado desconfiar de su razón, y cuando el cerebro está turbado, se cree todo y no se analiza nada. La ignorancia y el miedo, seguiréis diciéndoles, he ahí las dos bases de todas las religiones. La incertidumbre en que el hombre se encuentra en relación a su Dios es precisamente el motivo [...]
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
Jamás puede ejercerse un acto de posesión sobre un ser libre; es tan injusto poseer exclusivamente una mujer como poseer esclavos; todos los hombres han nacido libres, todos son iguales en derecho; no perdamos nunca de vista estos principios; según esto, en legítimo derecho no puede por tanto otorgarse a un sexo la posibilidad de apoderarse exclusivamente del otro, y jamás uno de esos sexos o una de esas clases puede poseer al otro de forma arbitraria.
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
[...] puesto que trabajáis por destruir todos los prejuicios, no dejéis subsistir ninguno, porque basta uno sólo para volver a traerlos todos. ¡Y cuánto más seguros no debemos estar de su retorno si el que dejáis vivir es positivamente la cuna de todos los demás! Basta de creer que la religión pueda ser útil al hombre. Tengamos buenas leyes, y podremos prescindir de la religión.
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
¡Oh, cielos! ¿Por qué me sacan del seno de las tumbas? ¿Por qué devolverme a los horrores de la vida?
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
[...] a las personas nunca hay que amarlas más que por uno mismo; amarlas por ellas mismas no es más que un engaño; jamás estuvo en la naturaleza inspirar a los hombres otros impulsos, otros sentimientos que los que deben ser buenos para algo; nada es tan egoísta como la naturaleza [...]
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
Lo repito, divertíos; pero no améis; no os preocupéis más por ser amadas: lo necesario no es extenuarse en lamentaciones, en suspiros, en miradas, en billetes de dulce amor, sono follar, multiplicar y cambiar a menudo de jodedores, oponerse fuertemente sobre todo a que uno solo quiera cautivaros, porque la meta de este constante amor sería, atándoos a él, impediros que os entreguéis a otro, egoísmo cruel que pronto se volvería faltar para vuestros placeres. Las mujeres no están hechas para un solo hombre: la naturaleza la ha creado para todos.
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
La especie entera se aniquilaría, y el aire no sería menos puro por ello, ni el astro menos brillante, ni la marcha del universo menos exacta. ¡Hay que se imbécil para creer que nuestra especie es tan útil al mundo que quien no trabaje por propagarla o quien perturbe esa propagación no se volvería necesariamente un criminal! Cesemos de estar ciegos en este punto, y que el ejemplo de los pueblos más razonables nos sirva para convencernos de nuestros errores.
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
La extravagancia del sistema deífico fue la fuente de todos estos groseros errores. Los imbéciles que creían en Dios, convencidos de que nosotros sólo recibíamos la existencia de él, y de que tan pronto como un embrión se hallaba maduro una pequeña alma, emanada de Dios, venía a animarla al punto, esos imbéciles, digo, debieron con toda certeza considerar como un crimen capital la destrucción de esa pequeña criatura porque, según ellos, no pertenecía ya a los hombres.
|
La filosofía del tocador - Colección Club Diógenes de Marqués de Sade
[...] es que no hay nada horroroso en libertinaje, porque todo lo que el libertinaje inspira está inspirado asimismo por la naturaleza; las acciones más extraordinarias, las más extravagantes, las que parecen chocar con más evidencia a todas las leyes, a todas las instituciones humanas [...]
|
La filosofía del tocador - Colección Planeta Maldito de Marqués de Sade
[...] no pongas límite alguno a tus placeres, a no ser el de tus fuerzas o el de tus deseos; ninguna excepción de lugares, de tiempos ni de personas; a toda hora y en todos los lugares, todos los hombres deben servir a tus voluptuosidades; la continencia es una virtud imposible, de la que la naturaleza, violada en sus derechos, nos castiga al punto con mil desgracias.
|
Gregorio Samsa es un ...