La casa de los niños de
Mario Escobar
En muchos sentidos la vida es como una partida de ajedrez. Todos parecemos comenzar con las mismas oportunidades, el mismo número de fichas y un tablero común, pero muy pronto comienzan a producirse las primeras bajas. Algunas, insignificantes, como peones, un fracaso amoroso, el final de una amistad, la muerte de tu mascota y después continúan cayendo figuras importantes. Los alfiles, las torres y los caballos simbolizan la muerte de nuestros seres amados, un fracaso matrimonial, una traición inesperada de tu amigo del alma, hasta que en el tablero únicamente quedan dos piezas, dos caras de la misma moneda, que son la salud y tu propia desaparición. Es entonces cuando la partida comienza a ponerse interesante.