Soledad: Un thriller de suspense y misterio apasionante de Mario Escobar
A veces en la vida hay que luchar contra los propios demonios antes que estos te devoren.
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Soledad: Un thriller de suspense y misterio apasionante de Mario Escobar
A veces en la vida hay que luchar contra los propios demonios antes que estos te devoren.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Los edificios seguían en pie, impasibles a todo lo que había sucedido, los ladrillos no entienden las pasiones humanas, simplemente se soportan unos a otros, manteniendo el equilibrio. Los seres humanos somos más complejos, siempre queremos sobresalir, destacar y ser amados, aunque para ello seamos capaces de destruir el mundo.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Siempre sería mi niño pequeño, jamás crecería, permanecería en ese estado de inocencia y felicidad que guardamos en la infancia, alejado del sufrimiento y el dolor al que estamos condenados el resto de los mortales.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Dicen los filósofos que la muerte es otra dimensión de la vida, nuestra compañera de viaje, aunque preferiríamos ir solos. Siempre fiel, ya que aunque todos te abandonen ella no te dejará hasta tu último aliento.
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La casa de los niños de Mario Escobar
La gente en el campamento iba cada noche a una obra de teatro o una revista, parecían hipnotizados por sus propios deseos de vivir. No es nada nuevo, todos intentamos olvidar la muerte con los cantos de sirena de la alegría vocinglera de la fiesta, el placer o el dinero, aunque al final a todos nos termina alcanzando. Nadie puede vencerla. Por eso es mejor acostumbrarse a ella, pero a nuestros contemporáneos se les ha enseñado a negar su existencia, como si fuera un fantasma inventado en una noche fría de invierno.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Hoy son otros los inquisidores vestidos de negro, pero en el fondo son los mismos, todos aquellos que son capaces de matar por sus ideas. Hace tiempo que decidí amar y no odiar, ni siquiera los nazis merecen que los aborrezca. La única respuesta razonable frente a la barbarie son el perdón y la misericordia.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Esa es una de las cosas que lamento, haber tenido tantos prejuicios, haber juzgado tanto a la gente por su apariencia o su forma de pensar. Ahora comprendo que estamos todos solos en medio de este inhóspito mundo y que haríamos mejor en intentar ayudarnos y entendernos unos a otros en lugar de destruirnos y criticarnos.
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La casa de los niños de Mario Escobar
(...) recreé las caras de esos cientos de niños que hemos salvado, he perdido la cuenta, pero estoy segura de que son más de seiscientos. Al menos ellos tendrán la oportunidad de comenzar de nuevo, les habrán arrebatado casi todo, aunque el único bien que traemos a este mundo y en el fondo nos llevamos es nuestra pobre existencia.
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La casa de los niños de Mario Escobar
No sé si existen el alma y la eternidad, tampoco me interesa saberlo, al fin y al cabo, si me muero mañana lo descubriré, pero si en el fondo no somos más que partículas prestadas a alguna estrella, me sentiré igual de satisfecha.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Si le contara a un joven que la mente siempre se mantiene igual, que mientras nuestros huesos, tendones y músculos se debilitan, nuestro espíritu, en cambio, sigue manteniéndose fuerte y que el cuerpo es en el fondo una cárcel para el alma, no me creería.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Al día siguiente volvería a salir el sol y en unos pocos días ya nadie recordaría la casa de los niños. Sus risas y juegos se apagarían para siempre, como el de otros muchos que habían sido sacrificados en aquel altar de odio y violencia que el hombre llamaba ideal.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Únicamente sobreviviremos los más fuertes y la compasión es una clara muestra de debilidad.
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La casa de los niños de Mario Escobar
(...) había salvado a muchos niños, pero esos jamás volverían a reunirse con sus padres. Se convertirían en almas solitarias, vagando por la eternidad, suplicando un poco de amor y cariño.
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La casa de los niños de Mario Escobar
(...) uno dejaba de existir el día en el que ya no había nadie que te amara de verdad.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Lo importante en la vida no era qué cartas te repartía al comenzar la partida, lo más importante era qué hacías con ellas después.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Pensé que todo el mundo se había vuelto loco, pero que había cierta cordura en querer salvar a los niños, ellos comenzarían de nuevo el mundo que nosotros estábamos arrasando y esperaba que aprendieran de nuestros errores.
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La casa de los niños de Mario Escobar
—¿No sabe que es ilegal ayudar a niños hebreos? —Puede que sea ilegal, pero no hacerlo sería inmoral. |
La casa de los niños de Mario Escobar
El joven tenía una historia increíble, como la mayoría de las personas a las que salvábamos, como si la guerra nos hubiera obligado a todos a convertirnos en una especie de superhombres, capaces de soportarlo todo y sobrevivir a cualquier circunstancia, sin duda el instinto aún era más fuerte en cada uno de nosotros de lo que hubiera imaginado unos años antes.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Ahora sé qué eso era la felicidad, que las pequeñas cosas cotidianas son el material con el que se forma un día perfecto y una vida plena.
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La casa de los niños de Mario Escobar
Desde hacía mucho tiempo, ya no experimentaba tristeza o alegría, notaba el corazón frío, añoraba en parte mi juventud, toda aquella vida por delante que imaginaba como escritor. Poco a poco, mi existencia se convertía en pasado y tenía la sensación de que no había ningún futuro por delante.
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¿Quién mata al elfo Dobby?