Una historia oscura, relatada con una voz narrativa potente y directa, cuyos personajes están en un conflicto continuo con sus propios fantasmas.
Hacía tiempo que quería leer a Mariana Enríquez y, finalmente, me he acercado a ella con su primera novela “Bajar es lo peor”. Ambientada en el mundo de la noche porteña, esta obra gira en torno a la lucha por sobrevivir entre drogas y alcohol, de un grupo de jóvenes con un nexo en común: el personaje de Facundo, el cual ejerce un poderoso efecto de atracción sobre todos (incluyendo al lector).
Mariana ha conseguido conectar conmigo, como lectora, a través de la puesta en escena de los acontecimientos y gracias a las descripciones tan realistas que construye. Desde las primeras páginas he podido percibir la angustia, la desesperación y el desagrado en relación a las situaciones que viven los personajes principales: Facundo y Narval. Narval representa la incomprensión, la soledad, el hastío, y sobre todo, la locura y la convivencia con los monstruos que él mismo ha creado en su mente. Facundo es la personificación de la belleza, el deseo, la indiferencia y el miedo a la vida, a la muerte, a amar y ser amado.
He de reconocer que aunque la novela no sea perfecta y le queden algunas aristas por limar, me ha dejado muy claro que Mariana ya apuntaba maneras cuando la escribió con tan sólo 19 años. Tal vez le sobran algunas páginas pero he de reconocer que me ha conquistado su estilo a la hora de narrar la dureza y crudeza de hechos tan turbios, así como el desarrollo de personajes tan impactantes y enigmáticos.
Por último, me gustaría destacar de nuevo a uno de los protagonistas, Facundo, un joven atormentado por su miedo a la oscuridad, el miedo a enfrentarse a sus propios demonios, los cuales sólo aparecen en sus sueños, en la más absoluta soledad. Facundo me ha demostrado que el miedo paraliza y tiene el poder de empujarte al abismo, de hacerte bajar, y lo peor de todo, de hacer que te sientas sin escapatoria y totalmente perdido.
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