Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Algo dentro de su corazón se ha roto para siempre, de eso no cabe duda, pero ahora, al menos, está aprendiendo a convivir con el dolor. Que no es poco.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Algo dentro de su corazón se ha roto para siempre, de eso no cabe duda, pero ahora, al menos, está aprendiendo a convivir con el dolor. Que no es poco.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Sin embargo, no todo se ha curado. En mi interior ha crecido una veta dura y amarga, como la de un veterano de guerra. Mi escala de valores y la importancia relativa que le daba a ciertas cosas han cambiado. Yo he cambiado.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Tras tantos meses de aislamiento y mutismo, tras tanto estrés y peligro, habíamos aprendido a comprender dolorosamente el valor del silencio. Habíamos descubierto que había cosas que no era necesario pronunciar en voz alta para ser conscientes de su existencia. Y la presencia de otro ser vivo al lado era una de ellas. Ambos estábamos gozando de aquella experiencia redescubierta, de una manera tan intensa, que pensábamos (al menos yo lo pensaba), que hablar podría romper el hechizo.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Sus ojos se cruzaron con los míos por primera vez. Aún hoy, después de todo lo sucedido, puedo recordar ese momento como si hubiese sucedido hace cinco minutos.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Mi gato era el último vínculo que me quedaba con mi vida anterior. Si lo perdía, algo dentro de mí se perdería para siempre, y la memoria de la vida que llevaba antes se perdería como arena en el viento.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Si algo he aprendido en este mundo apocalíptico es que los planes tienen que ser a corto plazo.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Posiblemente nota, de alguna manera gatuna, que el mundo ha cambiado, y prefiere estar cerca del único elemento de su universo que no ha desaparecido, o sea, yo.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Un largo maullido saludó mi llegada ¡Lúculo! Mi pobre gato, desorientado, confuso, alarmado por mi tardanza, había salido de alguna forma hasta cubierta buscándome. Casi se me parte el corazón al pensarlo. Un sentimiento de gratitud y afecto enorme me invadió a medida que me acercaba al Corinto y podía verlo, empapado y temblando de frío, pero orgulloso, en la borda del barco.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Ni una sola luz encendida, semáforos muertos, farolas apagadas y rotas. El viento silbando por las calles desiertas de una ciudad muerta. La imagen del vacío. La imagen de la devastación. La imagen del Apocalipsis.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
La imagen era aterradora, impactante, sobre todo por el silencio. Era un silencio total, absoluto, tétrico. No oía nada, salvo el rumor de las aguas al discurrir a mi alrededor. La ciudad estaba silenciosa, oscura. Muerta.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Al fin y al cabo, si todo el mundo se había ido al infierno en cuestión de semanas, en una versión despiadada del Apocalipsis, las señales divinas no estaban fuera de lugar.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
He dado una última vuelta por mi casa, acariciando con la mirada todos los rincones que me son tan familiares. No sé si alguna vez volveré a ver todo esto. Toda mi vida estaba aquí y ahora he de salir con rumbo desconocido y sin tener la seguridad de que dentro de media hora vaya a estar vivo.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Enterrar a una persona es duro, pero desenterrarla es más duro aún. Ves como va apareciendo su figura poco a poco, sus manos, su cuerpo… Y te das cuenta de su espantoso olor y de que está rematadamente muerto.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Ya estaba. Una risa histérica me ha atacado de forma incontrolable, mientras unos lagrimones enormes y redondos corrían por mis mejillas. Al cabo de un rato estaba llorando a lágrima viva, apoyado en la tapia, sosteniendo el vacío arpón entre las manos.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Pero estoy vivo. Y quien está vivo puede luchar por su vida al siguiente día.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Si Dios aún tiene preocupación por esta condenada raza humana espero que me haya perdonado por esto, pero mi vida estaba en juego.
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Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
El ser humano es gregario por naturaleza y tiende a agruparse en situaciones de peligro. Solo unos pocos inconscientes no siguen esa pauta. Eso me pone en el lado de los inconscientes, supongo.
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La ladrona de huesos de Manel Loureiro
La adrenalina bombeaba a raudales por sus venas mientras se abría paso entre los helechos y las ramas bajas de los árboles. La luna se escondía detrás de un manto de nubes y en cuanto se alejó unos metros de las llamas del campamento, la oscuridad la engulló por completo
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La ladrona de huesos de Manel Loureiro
Si en algun lugar puede pasar algo tan especial como que aparezcan unas luces sobre un enterramiento para marcar el lugar, es Galicia, sin duda.
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Gregorio Samsa es un ...