El huerto de Emerson de Luis Landero
No escribas lo que sientes, escribe lo que recuerdas y dirás la verdad.
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El huerto de Emerson de Luis Landero
No escribas lo que sientes, escribe lo que recuerdas y dirás la verdad.
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El balcón en invierno de Luis Landero
Y luego, un día, no sé de qué manera, dejé de creer en Dios y me encontré creyendo en Gustavo Adolfo Bécquer.
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El balcón en invierno de Luis Landero
Es nostalgia y pesar de la juventud, de la belleza, de la acción, de todo cuanto sucumbió al tiempo, pero también de lo que no llegó a vivirse, de los alegres decires nunca dichos, de las correrías nunca emprendidas, de los amigos que no tuve, del amor apenas entrevisto, de la vida dilapidada en vano, y de lo breve e ilusorio de los ahoras, de los mañanas y de los entonces, y de todo este pobre negocio de años y de afanes de que está hecha la vida.
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El balcón en invierno de Luis Landero
Que se sepa, y no solo con el pensamiento sino ante todo con la cercanía de los sentidos y del corazón, que se vivió, y se soñó, y que si en ese desear y afanarse ningún acto llegó a ser del todo provechoso, tampoco fue del todo en vano. [...] En cada instante, en cada frase, en cada suspiro, en cada pequeño acontecer, lo trivial y lo misterioso van a partes iguales. Eso es todo, y no hay más que contar. Un grano de alegría, un mar de olvido.
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Una historia ridícula de Luis Landero
El amor nos alucina, nos da por castigo la esperanza, nos traslada a una dimensión fantástica de la realidad.
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Juegos de la edad tardía de Luis Landero
Ocurría que en cuanto le faltaron las fuerzas para mantener activo su ambicioso proyecto de desesperación, que lo obligaba a trabajos que algo tenían de heroicos y benéficos, y como ya no era dueño de su propia angustia, había perdido el placer de la expiación, y con él se extinguió también el último sentido de su vida.
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Lluvia fina de Luis Landero
Ahora ya se sabe con certeza que los relatos no son inocentes, no del todo inocentes. Quizá tampoco lo sean las conversaciones de diario, los descuidos y equívocos verbales o el hablar por hablar... Hay algo en las palabras que ya de por sí, entraña un riesgo, una amenaza, y no es verdad que el viento se las lleve tan fácilmente como dicen. No es verdad.
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Lluvia fina de Luis Landero
Hay algo en las palabras que, ya de por sí, entraña un riesgo, una amenaza, y no es verdad que el viento se las lleve tan fácilmente como dicen. No es verdad. Puede ocurrir que ciertos ecos de los dichos, y hasta de los dichos más triviales, sigan como en letargo durante muchos años, latiendo debilmente en un rincón de la memoria, esperando una segunda oportunidad de regresar al presente para aumentar y corregir lo que no quedo del todo claro en su momento, y a menudo con una elocuencia y un alcance significativo que exceden con mucho a los que tuvieron en su origen.
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La vida negociable de Luis Landero
Por muy hermosa que sea a veces, o por muy trágica al mismo tiempo, y sin contradicción, la vida casi siempre es una mojiganga, un esperpento, una enorme idiotez
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Lluvia fina de Luis Landero
"«Si Ícaro hubiese alcanzado el sol, ¿qué?, ¿se hubiera detenido allí? Seguro que no», y Aurora negaba también con la cabeza, cómplice con él. «Algo hubiese maquinado para seguir ascendiendo más, siempre un poquito más.» ¿Y los de Babel? ¿Se hubieran conformado con alcanzar el mero cielo? Y esa insatisfacción agónica es la que nos anima y nos condena a alzar nuestra vivienda para la eternidad, locos de deseo, esclavos del afán, sin querer entender que todos los lugares son lugares de paso hacia otra parte, y que todos los caminos de la vida conducen a la muerte, y que solo allí encontraremos nuestra verdadera morada, donde descansaremos al fin de las fatigas del viaje. Y así siglos y siglos, y ante la desventura de ese panorama, unían sus silencios en una larga y solidaria mirada conmiseración."
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El balcón en invierno de Luis Landero
En los libros leídos está la sombra, el rastro de lo que fuimos, los diversos bocetos de nuestro aprendizaje estético y de nuestra evolución vital, los vestigios de ciertos afanes que un día nos conmovieron y que luego, tras ser devastados por el tiempo, con los materiales de sus ruinas construimos nuestro modo de ser y de sentir, y lo más valioso y secreto de nuestro bagaje cultural.
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El balcón en invierno de Luis Landero
Lo que no sospechaba, claro está, es que el camino que iniciaba en ese instante fuese tan largo y tan definitivo, porque ya no me dirigía a la calle sino hacia el futuro, era allí donde comenzaba mi verdadero futuro, el que con el correr de los años me traería hasta esta mañana en que escribo estas líneas, deudoras, como casi todo lo que he escrito en mi vida, de aquella tarde incesante de mayo. Y es que a veces el pasado no acaba nunca de pasar.
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Retrato de un hombre inmaduro de Luis Landero
Fue sólo un instante, pero suficiente para entrever por él lo hermosa y fácil que puede ser la vida. Y es que en ocasiones la felicidad se regala sin más, es un tesoro de calderilla que, aun así, sigue siendo tesoro. La vIda, que nada vale, lo es todo, ya ve qué paradoja.
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El balcón en invierno de Luis Landero
Esconderte en un libro, en el cálido cubil de las palabras, eso es lo que has hecho tantas veces, como de niño en los desvanes.
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El balcón en invierno de Luis Landero
Por un momento se me vinieron a la memoria los días de lluvia de mi infancia, cuando toda la familia se quedaba callada, sobrecogida por aquel misterioso acontecer que era la lluvia cayendo y sonando sobre el campo. Y como también los animales se quedaban callados, extáticos, ante ese acto primordial de la naturaleza, en todo el campo se hacía un gran silencio y una gran soledad,
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El balcón en invierno de Luis Landero
lo que nos gusta no es la acción sino las palabras, el hablar por hablar y hacer castillos en el aire.
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Una historia ridícula de Luis Landero
Solo los más poderosos tiranos han conseguido corregir el pasado a su antojo, pero al final siempre se ha impuesto, inexorable, la verdad de los hechos.
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Gregorio Samsa es un ...