Retrato de un hombre inmaduro de Luis Landero
Fue sólo un instante, pero suficiente para entrever por él lo hermosa y fácil que puede ser la vida. Y es que en ocasiones la felicidad se regala sin más, es un tesoro de calderilla que, aun así, sigue siendo tesoro. La vIda, que nada vale, lo es todo, ya ve qué paradoja.
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