Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Una biblioteca es una colección de amores, repudios, sospechas y nostalgias, por lo que dicen sus volúmenes, pero también por el modo en que han sido leídos.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Una biblioteca es una colección de amores, repudios, sospechas y nostalgias, por lo que dicen sus volúmenes, pero también por el modo en que han sido leídos.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Los lectores somos exagerados, muchas veces inventamos asociaciones.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Me gusta decir tu nombre: Bruno. Lo pronuncio y sé que no hay ratones y que no estoy solo, aunque no te vea, aunque tardes en llegar con tu elegancia silenciosa.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Eras un gatito precioso, color café con leche, con un moño rojo y un cascabel en el cuello. Laura supo que serías mi compañía perfecta. Te he visto teclear en la computadora cuando me descuido, con displicencia de sabio chino. Una vez llenaste toda la pantalla con el número siete, que no conoces pero intuyes. Te he visto pasar pomejores repisas de la casa, escogiendo siempre zonas ilustres del librero. Te he visto ronronear satisfecho mientras leo y has tenido la enorme discreción de no traerme nuestros comunes enemigos, los ratones que seguramente cazas. Te he visto salir de noche rumbo a tu otra vida, que no necesito conocer, y regresar con el pelambre descompuesto sin que eso implique una tragedia ni me motive a hacer preguntas. Te he visto beber mi taza de leche, y eso me gusta. No sabes que eres mortal y que la felicidad debe ser una, pero no necesitas saberlo. Cuando no estoy en casa ocupas mis espacios. Lo sé por los pelos que dejas en el sillón y encima de mi almohada. Y cuando estoy aquí me recuerdas quién te trajo. Algo de Laura vive en ti. Eres la vida que no pude atrapar en ella. + Leer más |
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Esto me pareció una señal, aunque todo me hubiera parecido una señal. El amor es un intérprete obsesivo.
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¿Qué pudo ver en mí? Lo ignoro. Tal vez la seguridad que da alguien cautivo. Yo nunca iba a otra parte, mi vida transcurría entre la biblioteca y la casa, que es otra biblioteca; veía poca gente, las rutinas consumían mi espalda… ¡Los libros que ella trataba como presos me tenían preso! Supongo que eso le gustaba. Hay gente para todo.
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Nomen est omen, decían los latinos. “El nombre es el destino.” El de Soledad lo fue.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Soledad y yo tuvimos un problema de corrección de estilo: donde yo quería una conjunción copulativa, ella ponía una adversativa.
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También me gustaba su boca dura. La boca de una cabrona impositiva que de pronto se relaja con una sensualidad que casi asusta. La fealdad puede convertirse en la virtud para quien sabe tolerarla. Apreciar su boca dura me hacía sentir virtuoso. Además, pocas cosas superan la rendición de una mujer que ha estado de malas todo el día. Es una conquista superior, como descubrir un oasis después de atravesar un desierto. Soledad me brindaba ese efecto de contraste: un placer, largamente pospuesto, casi imposible, surgido de su pésimo carácter.
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Miraba con tal enjundia que pensé que ante sus ojos los libros se clasificarían solos. Y no me equivoqué. Ordenó los libros con una dedicación que sólo puede tener alguien que los odia. Eran sus prisioneros; los mantenía a raya con crueldad.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
La lluvia matiza las cosas, por eso a Pessoa le gusta que caiga en diagonal. No es una lluvia enfática, destructiva; cae con la timidez de lo que arruina un poco sin estropear nada. Esa lluvia tiene una manera buena de ser triste.
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César Vallejo imagina así su último suspiro: “Me moriré en París con aguacero/ un día del cual tengo ya el recuerdo”. La tristeza que se puede recordar es hermosa; el poeta anticipaba su fin como algo ya sucedido e incluso recordado, un jueves, bajo la lluvia, esa alta fantasía.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Los poetas se liberan del mundo con la lluvia y al mismo tiempo logran una melancolía llevadera, la de un día nublado donde ni siquiera lo peor es completamente atroz.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
A ti te gusta la quietud. Tienes vocación de adorno. Llegas, te instalas, y tu serenidad mejora el ambiente. No se trata de algo forzado: no estás posando.
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La inteligencia sólo existe en estado suelto, espontáneo, no puede ser una pose.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Incluso los libros distantes o inconseguibles ocupan un anaquel imaginario.
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Yo quería una felicidad, ¡con ella! Se lo dije, mojando sus dedos delgados con mis lágrimas. “Eso sólo puede perjudicarnos”, comentó. “¿De veras quieres que yo sepa cómo eres?”, me acarició el pelo. Tenía razón: yo quería poseer sus historias, pero era mejor que ella no conociera las mías. |
Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
“No se puede tener lo de hoy y lo de ayer, no se puede ser a la vez quien se ha sido y quien se es. Hay que escoger. La felicidad ha de ser una. No puedes tener el sol… y la luna”.
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Para tranquilizarme, para no tocar fondo en la locura, para mantener un anhelo, pensé que ella quería conocerme de otro modo. La vida de los gustos compartidos que me había vedado hasta entonces podía llegarle a través de ese volumen, el más codiciado de los míos. Leer eso era una forma de quererme. ¿Por qué no me preguntaba mi opinión? ¿Por qué no me pedía el libro? ¿Por qué no podíamos leerlo juntos?
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Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro
Su belleza me dejaba sin argumentos. Sus ojos me obligaban a darle la razón. No quería perderla.
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Gregorio Samsa es un ...