Espera a la primavera, Bandini de
John Fante
Estaba lejos: era libre; ya no era María, ni norteamericana ni italiana, ni pobre ni rica, ni con lavadoras automáticas y aspiradoras ni sin ellas; estaba en el reino de los que ya lo tenían todo. Dios te salve, Dios te salve, una y otra vez, mil veces y cien mil veces más, oración tras oración, adormecimiento del cuerpo, fuga del espíritu, muerte de la memoria, espita del dolor, fantasía intensa y muda de la fe. Dios te salve María y Dios te salve. Era su única razón de vivir.