Espera a la primavera, Bandini de John Fante
... y se arrodilló de cara al altar mayor con las manos unidas sobre el corazón. Éste le latía con sosiego. Estaba salvado. Vivía en un mundo cojonudo a pesar de todo. Estuvo arrodillado un buen rato, disfrutando de la dulzura de haberse librado por los pelos. Eran colegas, él y Dios eran colegas, y Dios era un tío legal. |