Aurora Burning de Jay Kristoff
Tiene los ojos azules, el cabello rubio alborotado y unos hoyuelos que pueden hacer explotar ovarios a treinta metros de distancia.
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Aurora Burning de Jay Kristoff
Tiene los ojos azules, el cabello rubio alborotado y unos hoyuelos que pueden hacer explotar ovarios a treinta metros de distancia.
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El imperio del vampiro de Jay Kristoff
No quieras ser un héroe. Los héroes tienen unas muertes horribles, lejos del calor del hogar.
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El imperio del vampiro de Jay Kristoff
Lo único que se interponía entre nosotros eran dos palabras. Qué extraño que en una cosa tan pequeña resida tanto poder, tanto peligro y esperanza.
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El imperio del vampiro de Jay Kristoff
Pues ese es el problema, héroe. Que los malotes nunca se dan cuenta de que los monstruos son ellos.
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El imperio del vampiro de Jay Kristoff
Pero aquello no era solo una canción. Era un hechizo. Que empezó con el rasgueo de cuerdas en espiral de un estribillo melancólico y que no tardó en ponerme los pelos de punta y en desarmarme por completo. Nunca había oído una canción semejante, capaz de hacer llorar a las piedras y de detener el viento para que este no se perdiera ni una sola de sus delicadas y conmovedoras notas. Era una canción de dolor y de anhelo, de exceso y carencia a la vez, que subía y te arrastraba a subir con ella mientras proclamaba -sin necesidad de la lengua de un hombre ni de algo tan débil como las palabras- una verdad indecible. Una esfera dulce y lastimera, como la curva perlada de las alas de los ángeles, fue subiendo in crescendo para después bajar con suavidad hasta regresar a esas mismas notas cálidas como ascuas del principio. Susurrantes, casi inaudibles, que te besaban la frente con sus labios sedosos y te decían que, aunque todo tiene un final y por ende esa oscuridad debía tenerlo también, ahora mismo, en este bendito y preciso instante, estabas vivo y respirando. + Leer más |
Tumba de Dioses de Jay Kristoff
Y así es como los mayores monstruos se salen con la suya —comprendió—, teniendo un aspecto parecido al del resto de nosotros.
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Tumba de Dioses de Jay Kristoff
Había crecido entre libros. Por muy oscura que se volviera la vida, desterrar el dolor era tan fácil como abrir una cubierta.
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Albaoscura de Jay Kristoff
El miedo se desplegó de sus pies como una marea negra. Los soles nunca habían parecido tan distantes, la noche en el cielo nunca tan tenebrosa, y aquellos mortales lo percibieron, lo sintieron en el pecho y en los huesos. Ella era el ajuste de cuentas. Una perdición. La venganza de cada hija huérfana, de cada madre asesinada, de cada madre asesinada, de cada hijo bastardo. Su padre la estaba esperando, por delante y arriba
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Albaoscura de Jay Kristoff
-Si - dijo Sid, cerrando el libro y mirando la cubierta-. Sabes? En realidad no está nada mal. O sea, si no te molestan las notas al pie de página y la puta carretada de palabrotas que hay. -Bueeeno… -Cantahojas di un bufido despectivo y se quitó una larga trenza de sal del hombro-. Se nota que lo escribió un hombre. -Y eso? Cantahojas enarcó una ceja y miró al corpulento itreyano. -¿ No te aparecido que las escenas de sexo lo delataban? -En realidad me ha parecido que algunas partes indecentes eran bastante buenas, ¿a ti no? -Va, hombre, va- rebufó Cantahojas-. ¿ Anhelantes pezones? ¿Brote hinchado? Sidoneo parpadeo, perplejo. -¿Que problema tiene decir brote hinchado? -Que no tengo una puta planta entre las piernas, Sid. |
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Albaoscura de Jay Kristoff
-Blasfemia -lo regaño el viejo fantasma. -¿Lo es? -preguntó Mercúrio-. ¿Es blasfemia si a ella le da igual lo que digamos o hagamos? -¿Y por qué piensas eso? -Bueno mira en qué se ha convertido este sitio -dijo Mercurio con aspereza, señalando la oscuridad con el bastón-. En otro tiempo, era una casa de lobos. Cada muerte, una ofrenda Nuestra Señora del Bendito Asesinato. Saciando su hambre. Haciéndola más fuerte. Abreviando su regreso. ¿ Y ahora? - Escupió las losas-. Ahora es una casa de putas. El sacerdocio alimenta sus propias arcas, no a las Fauces. Sus manos gotean oro, no rojo. -Negó con la cabeza y exhalo humo mientras seguía hablando-. Si, decimos las palabras y hacemos los gestos. “ Eta carne, tu festín. Esta sangre, tu vino.” Pero después, cuando la plegaria ya está hecha, nos arrodillamos ante gente de la calaña del puto Julio Scaeva. ¿Cómo puedes defender que a Niah le importa si permite que este veneno supure en sus propios salones? |
El imperio del vampiro de Jay Kristoff
Tenía los ojos llenos de lágrimas. La agonía de una leona que haría cualquier cosa por proteger a su cría y que sabía que no podía hacer nada más
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El imperio del vampiro de Jay Kristoff
Dale a alguien el poder de hacer lo que quiera y lo hará. Esa es la parte horrible: lo único que impide que algunas personas cometan las peores atrocidades que alcanzan a imaginar es el miedo a no salirse con la suya.
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El imperio del vampiro de Jay Kristoff
La vida no es una historia que se cuente, de León. Es una historia que se vive. Lo bueno es que uno decide qué tipo de historia quiere vivir.
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Nuncanoche de Jay Kristoff
(...) pero la amabilidad debería engendrar amabilidad incluso en un territorio como este. |
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¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?