El imperio del vampiro de Jay Kristoff
No el más necio de los necios puede negar la existencia del mal. Vivimos a su sombra cada día. Los mejores se elevan por encima de él y los peores se lo tragan entero, pero todos podemos vernos metidos en él hasta la cintura en cualquier momento de nuestra vida. Las maldiciones y las bendiciones se echan por igual a los crueles y a los justos. Por cada oración atendida, diez mil quedan sin respuesta. Y los santos sufren a la par que los pecadores, víctimas de monstruos salidos de las mismísimas entrañas del infierno.
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