El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque se haya muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo.
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Calificación promedio: 5 (sobre 403 calificaciones)
/Alianza Editorial da la bienvenida en este mes de octubre al hijo de uno de sus autores más celebrados y queridos: J.D. Salinger (1919-2010). Matt Salinger (1960) se ocupa junto con la viuda de su padre de la gestión de su legado literario, y visita España por primera vez para conversar con los lectores sobre la obra de su padre. En este encuentro en la librería Alibri (Balmes, 26), de Barcelona, el hijo de J.D. Salinger conversa con la escritora y directora de cine, Isabel Coixet, el escritor y guionista Bob Pop y con la directora editorial de Alianza, Pilar Álvarez. Con Matt Salinger celebraremos los 70 años de la aparición de Nueve cuentos (1953), el primer volumen de relatos publicado por J.D. Salinger, que contiene su pieza corta más célebre, «Un día perfecto para el pez plátano», de la que se ha dicho que fue «el anuncio de un nuevo sonido en la literatura estadounidense». También cumple una cifra redonda el último de sus libros, Levantad, carpinteros, la viga del tejado / Seymour: una introducción, que apareció hace ahora 60 años, en 1963. Desde entonces, J.D. Salinger solo volvió a publicar un relato en la revista The New Yorker. Hace por tanto 60 años del apagón Salinger: un silencio que se convirtió en una de las leyendas literarias más intrigantes de nuestra época, la del escritor que decidió renunciar a la publicación, a la fama, a las entrevistas y a las apariciones públicas, y recluirse durante el resto de su vida. Alianza Editorial mantiene en su catálogo desde 1978, hace cuarenta y cinco años, la obra de J.D. Salinger, que se completa con Franny y Zooey (1961) y la más conocida, El guardián entre el centeno (1951).
El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque se haya muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberles conocido a personas que me importan un comino. pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de esas.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
No sé por qué hay que dejar de querer a una persona solo porque se haya muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
No sé por qué hay que dejar de querer a una persona solo porque se haya muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
"No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque ha muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo"
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Creo que dijo "buena suerte". Ojalá me equivoque. Ojalá. Yo nunca le diré a nadie "buena suerte". Si lo piensa uno bien, suena horrible.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Con Jane era distinto. Íbamos al cine o algo así y en seguida nos cogíamos las manos y no nos soltábamos hasta que terminaba la película sin cambiar de posición ni darle una importancia tremenda. Con Jane ni siquiera tenías que preocuparte de si te sudaba la mano o no. Sólo te dabas cuenta de que eras feliz. Eras feliz de verdad.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
“—Creo que un día de estos —dijo—, averiguarás qué es lo que quieres. Y entonces tendrás que aplicarte a ello inmediatamente. No podrás perder ni un solo minuto. Eso sería un lujo que no podrás permitirte.”
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque se que haya muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Si realmente les interesa lo que voy a contarles, probablemente lo primero querrán saber es dónde nací, y lo asquerosa que fue mi infancia, y qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y todas esas gilipolleces estilo David Copperfield, pero si quieren saber la verdad no tengo ganas de hablar de eso. Primero porque me aburre y, segundo, porque a mis padres les darían dos ataques por cabeza si les dijera algo personal acerca de ellos. Para estas cosas son gente muy susceptibles, sobre todo mi padre. Son buena gente y todo eso, no digo que no, pero también son más susceptibles que el demonio. Además, no crean que voy a contarles mi maldita autobiografía ni nada de eso. Sólo voy a hablarles de unas cosas de locos que me pasaron durante las Navidades pasadas, justo antes de que me quedara hecho polvo y tuviera que venir aquí a tomarmelo con calma.
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Gregorio Samsa es un ...