El lobo estepario de Hermann Hesse
En los ojos flotaba serena y fría una tristeza de hielo, estos ojos parecían haber sufrido ya todo el dolor imaginable y haber dicho amén a todo.
|
El lobo estepario de Hermann Hesse
En los ojos flotaba serena y fría una tristeza de hielo, estos ojos parecían haber sufrido ya todo el dolor imaginable y haber dicho amén a todo.
|
El lobo estepario de Hermann Hesse
Yo te gusto, por el motivo que ya te he dicho: he roto tu soledad, te he recogido precisamente ante la puerta del infierno y te he despertado de nuevo. [...] Te gusto mucho, de eso me doy cuenta, y tú me estás agradecido, pero enamorado de mí no lo estás [...] Tú me necesitas actualmente, de momento, porque estás desesperado y te hace falta un impulso que te eche al agua y te vuelva a reanimar. Me necesitas para aprender a bailar, para aprender a reír, para aprender a vivir.
|
El lobo estepario de Hermann Hesse
Porque yo soy como tú. Porque estoy precisamente tan sola como tú y como tú no puedo amar ni tomar en serio a la vida ni a las personas ni a mí misma. Siempre hay alguna de esas personas que pide a la vida lo más elevado y a quien no puede satisfacer la insulsez y rudeza de ambiente.
|
El lobo estepario de Hermann Hesse
Por lo general, los animales son tristes. Y cuando un hombre está muy triste, no porque tenga dolor de muelas o haya perdido dinero, sino porque alguna vez por un momento se da cuenta de cómo es todo, cómo es la vida entera y está justamente triste, entonces se parece siempre un poco a un animal; entonces tiene un aspecto de tristeza, pero es más justo y más hermoso que nunca. Así es, y ese aspecto tenías, lobo estepario, cuando te vi por primera vez.
|
El lobo estepario de Hermann Hesse
Aunque en todas mis dolorosas transformaciones hubiera ganado algo invisible e imponderable, caro había tenido que pagarlo, y de una a otra vez mi vida se había vuelto más dura, más difícil, más solitaria y peligrosa. En verdad que no tenía ningún motivo para desear una continuación de este camino, que me llevaba a atmósferas cada vez más enrarecidas.
|
El lobo estepario de Hermann Hesse
Se me había vuelto a abrir de repente la puerta del más allá, y vi a Dios en su tarea, sufrí dolores bienaventurados, y ya no había de oponer resistencia a nada en el mundo, ni de temer en el mundo a nada ya, había de afirmarlo todo y de entregar a todo mi corazón. No duró mucho tiempo, acaso un cuarto de hora; volvió en sueños aquella noche, y desde entonces, a través de los días de tristeza, surgía radiante alguna que otra vez de un modo furtivo; lo veía a veces cruzar claramente por mi vida durante algunos minutos, como una huella de oro, divina, envuelta casi siempre profundamente en cieno y en polvo, brillar luego otra vez con chispas de oro, pareciendo que no había de perderse ya nunca, y, sin embargo, perdida pronto de nuevo en los profundos abismos.
|
El lobo estepario de Hermann Hesse
Sea usted razonable por una vez. Usted ha de acostumbrarse a la vida y ha de aprender a reír. Ha de escuchar la maldita música de la radio de este mundo y venerar el espíritu que lleva dentro. Listo, otra cosa no se le exige.
|
El lobo estepario de Hermann Hesse
Te comprendo, nadie te comprende como yo. Y, sin embargo, eres para mí un enigma. Tú te las arreglas con la vida jugando, tienes esa maravillosa consideración ante las cosas y los goces minúsculos, eres una artista de la vida. ¿Cómo puedes sufrir con el mundo? ¿Cómo puedes desesperar?
|
El lobo estepario de Hermann Hesse
En todos estos sacudimientos de mi vida salía al final ganando alguna cosa, eso no podía negarse, algo de espiritualidad, de profundidad, de liberación; pero también algo de soledad, de ser incomprendido, de desaliento. Mi vida había sido, de una a otra de estas sacudidas, un constante descenso, una distancia cada vez mayor de lo normal, de lo permitido, de lo saludable [...] Estaba al margen de todos los grupos sociales, solo, amado de nadie, mirado por muchos con desconfianza, en conflicto amargo y constante con la opinión pública y con la moral.
|
Hermann Hesse
Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros.
|
Elogio de la vejez de Hermann Hesse
Los que se han marchado continúan vivos con nosotros mediante la realidad esential con la que influyeron sobre nosotros. A veces hasta podemos hablar con ellos, aconsejarnos con ellos y obtener su consejo mejor que con los vivientos.
|
Elogio de la vejez de Hermann Hesse
Conozco bien el luto por el pasado, que puedo sentir con cada flor que se marchita. Pero es un luto sin desesperación.
|
Elogio de la vejez de Hermann Hesse
Nada hay tan caracteristico de estos dìas, en ningún otro indicio percibo tan intimitamente esa forma peculiar e infinitamente bella del final del verano como cuando, avanzada la tarde, regreso de un paseo o de alguna cena campesina con pan, queso y vino en alguna de las umbrías bodegas del bosque. Lo proprio de esas tardes es la distribución del calor, el tranquilo y lento incremento de la frescura de rocío nocturno, y la huida y resistencia tranquila e infinitamente dúctil del verano. Ese lucha se deja sentir en mil ondas delicadas, cuando se camina dos o tres horas después de puesto el sol. |
¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?