Elogio de la vejez de Hermann Hesse
Nada hay tan caracteristico de estos dìas, en ningún otro indicio percibo tan intimitamente esa forma peculiar e infinitamente bella del final del verano como cuando, avanzada la tarde, regreso de un paseo o de alguna cena campesina con pan, queso y vino en alguna de las umbrías bodegas del bosque. Lo proprio de esas tardes es la distribución del calor, el tranquilo y lento incremento de la frescura de rocío nocturno, y la huida y resistencia tranquila e infinitamente dúctil del verano. Ese lucha se deja sentir en mil ondas delicadas, cuando se camina dos o tres horas después de puesto el sol. |