Madame Bovary: 15 de Gustave Flaubert
Enma, lo mismo que ella, hubiera querido huir de la vida, volar en un abrazo.
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Madame Bovary: 15 de Gustave Flaubert
Enma, lo mismo que ella, hubiera querido huir de la vida, volar en un abrazo.
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La educación sentimental de Gustave Flaubert
El universo se ensanchaba de repente;ella era el punto luminoso donde convergía el conjunto de las cosas.
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Madame Bovary de Gustave Flaubert
¡Cómo añoraba los inefables sentimientos de amor que por aquel entonces trataba de imaginarse por medio de los libros!
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Madame Bovary: 15 de Gustave Flaubert
Enma volvía a encontrarse en las lecturas de su juventud, en pleno Walter Scott. Le parecía oír, a través de la niebla, el sonido de las gaitas escocesas repitiendo su eco en los brezales.
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Tres cuentos de Gustave Flaubert
Julián fue a buscar su cántaro y, cuando lo cogió, salió de él un aroma que dilató su corazón y sus narices. Era vino, ¡qué hallazgo!, pero el leproso adelantó el brazo y de un trago vació todo el cántaro.
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Madame Bovary de Gustave Flaubert
Lloraba por los terciopelos que no tenía, por la felicidad que no conocía, porque sus sueños eran demasiado anchos y su casa demasiado estrecha.
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Un cœur simple de Gustave Flaubert
Loulou, en su asilamiento3, era casi un hijo, un enamorado, trepaba por sus dedos, le mordía sus labios
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Un cœur simple de Gustave Flaubert
La criada se levantaba al amanecer, para no perder la misa, y trabajaba sin descanso hasta la noche
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Gustave Flaubert
En medio de las más íntimas confidencias, hay siempre restricciones, por falsa vergüenza, delicadeza, piedad. Se descubren en otro, en uno mismo, precipicios o fangos que impiden continuar; se siente, además, temor de no ser comprendidos; es difícil expresar exactamente lo que sea; por eso son raras las uniones completas.
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La educación sentimental de Gustave Flaubert
Desde muy pequeña sintió uno de esos amores que tienen a la vez la pureza de una religión y la violencia de una necesidad.
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Madame Bovary de Gustave Flaubert
Aquel vestido de pliegues rectos escondía un corazón tempestuoso, y aquellos labios tan púdicos no contaban la tormenta que en él había
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Madame Bovary de Gustave Flaubert
Fue como el cielo, cuando una ráfaga de viento barre las nubes. El montón de pensamientos tristes que los ensombrecía pareció retirarse de sus ojos azules; toda su cara resplandeció de felicidad.
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Madame Bovary de Gustave Flaubert
el deber, es sentir lo que es grande, amar lo que es bello, y no aceptar todos los convencionalismos de la sociedad, con las ignominias que ella nos impone.
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Madame Bovary de Gustave Flaubert
de todas las borrascas que caen sobre el amor, ninguna lo enfría y lo desarraiga tanto como las peticiones de dinero.
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Madame Bovary de Gustave Flaubert
Pero un infinito de pasiones cabe en un minuto, como una multitud en un espacio pequeño.
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Madame Bovary de Gustave Flaubert
Porque unos labios libertinos o venales le hubieran susurrado frases por el estilo, ahora apenas era capaz de apreciar el candor de las de Emma. Habría que erradicar, pensaba, los discursos exagerados que, a fin de cuentas, sólo sirven para encubrir afectos mediocres. Como si la plenitud del alma no se desbordara a veces en metáforas de lo más vanas, ya que nadie puede dar nunca la exacta medida de sus necesidades, conceptos o dolores, siendo como es la palabra humana semejante a un caldero cascado a cuyos sones hacemos bailar a los osos cuando pretendíamos conmover a las estrellas.
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Madame Bovary de Gustave Flaubert
Por eso no salió en defensa de Bovary, ni siquiera hizo observación alguna, y, dejando a un lado sus principios, sacrificó su dignidad alos intereses más serios de su negocio.
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Bibliomanía de Gustave Flaubert
La apretaba entre sus dedos riendo amargamente, como quien se muere de hambre y está viendo oro.
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Bibliomanía de Gustave Flaubert
Guardaba todo su dinero, toda su fortuna, todas sus emociones para los libros. Había sido monje, y por ellos había abandonado a Dios. Más tarde, les sacrificó lo que los hombres tienen por más sagrado, después de Dios: el dinero. Después les entregó lo más preciado que tenemos después del dinero: el alma.
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Gregorio Samsa es un ...