Brooke ha muerto y todo el mundo cree que Reed es el culpable. Ella tiene que encontrar la forma de apoyar a los Royal en el peor de sus momentos, pero sus dudas la están carcomiendo por dentro. Su relación con toda la familia ha crecido a pasos agigantados, y cada traspié hace que todos caigan con más fuerza:
Ahora que Steve ha vuelto de entre los muertos y quiere llevársela con él para ejercer su rol de padre, se ocasiona un desequilibrio en la vida de los Royal que sólo un milagro podrá solucionar. Ella tendrá que buscar su propio camino hacia la verdad, luchando con uñas y dientes para obtener las respuestas que tanto ansía.
Creo que todos los personajes se fueron desdibujando con el paso de las páginas. Todos los muchachos Royal se han suavizado desde que Ella llegó a sus vidas, y eso puede verse como algo bueno; los chicos malos se encaminan gracias a la figura redentora de una mujer que logra lo que todo el mundo creía imposible. Funciona, pero no deja de estar un poco trillado. En sí, todos los personajes se han convertido en un cliché libro tras libro: Ella es una súper guerrera que no da tregua, Reed es el muchacho problemático que todas desean. Típico, pero efectivo.
El personaje de Steve me resultó interesante al comienzo del libro. Su relación con Ella parece construirse poco a poco, imponiendo límites lógicos de padre, involucrándose activamente en su vida, distanciándola estratégicamente de los Royal para encubrirse. Un personaje que llegó para cambiar la dinámica de las relaciones y que ocasionará el disgusto del lector.
Más del 30% del libro muestra situaciones románticas similares a la de los dos primeros libros, así como más sobre la construcción del romance entre Ella y Reed. Creo que un tercer libro no hubiese sido necesario de recortar algunas escenas de los libros anteriores para desarrollar lo que sucede en “El Palacio Malvado“; este libro resuelve los dramas planteados en los dos primeros tomos, pero es innecesariamente largo en algunas escenas y hubiese sido posible encajar todo en dos tomos sin problema alguno. Las escenas en el colegio se tornan aburridas y repetitivas, ni que hablar de las escenas entre ellos. Al menos han llegado a consumar la relación, creo que éso es lo que todo el mundo estaba esperando, así que sean felices, románticas empedernidas.
Aún así, el giro del argumento es interesante y mantendrá a los lectores expectantes, cuando el drama se revela, todos podemos respirar en paz, al fin. Los problemas de (casi) todos parecen desaparecer por arte de magia, gracias a confesiones en el momento adecuado, jueces, dinero y contactos. La resolución del conflicto principal me parece demasiado simple, más cuando la evidencia no ayuda al plot;
Steve confiesa el asesinato de Brooke, pero las cámaras de seguridad nunca lo ven entrando al ático, ¿cómo se explica? ¿Terminó de matarla y simplemente se apareció en la casa de los Royal para avisarles que no estaba muerto como todos creían? ¿Por qué nadie se cuestiona sobre sus tiempos, su ausencia y todo lo que rodea a su desaparición? ¿Por qué nadie investiga a Dinah sobre el accidente con el equipamento? ¿Qué sucede con el romance entre María y Steve, por qué nadie brinda más explicaciones? Algunos cabos sueltos me molestan. Y todo es demasiado rápido, desprolijo, apurado.
Un buen cierre para una serie ligera, que se lee perfectamente en un fin de semana de relax. Quienes amen las historias de amor retorcidas, con cientos de complicaciones y mucho drama DEBEN leer esta serie. Además, con “El Palacio Malvado” se abre la puerta a una nueva trama: los próximos libros estarán enfocados en Easton y su historia, algo que de verdad me da mucha intriga, porque el pequeño cabeza dura puede llegar a ser completamente adorable. Ojalá la autora le diera a Gideon y a los gemelos un libro propio también, creo que son personajes que vale la pena desentrañar.
Nuevamente agradezco a Editorial Océano por confiar en mi para reseñar sus hermosos ejemplares.
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