La edad de la inocencia de Edith Wharton
Estaba cansado de vivir en una perpetua, pero templada, luna de miel, sin la temperatura de la pasión, pero con todas sus exigencias.
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La edad de la inocencia de Edith Wharton
Estaba cansado de vivir en una perpetua, pero templada, luna de miel, sin la temperatura de la pasión, pero con todas sus exigencias.
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La edad de la inocencia de Edith Wharton
-No, ya lo sé. Pero no soy previsora. Vivo en el momento en que soy feliz.
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La edad de la inocencia de Edith Wharton
cuando «tales cosas suceden», sin ninguna duda el hombre ha cometido una tontería, pero la mujer siempre ha cometido un crimen.
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La edad de la inocencia de Edith Wharton
...el matrimonio no era un anclaje en puerto seguro, como le habían enseñado, sino un viaje por mares que no figuran en los mapas.
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La edad de la inocencia de Edith Wharton
Y sentía más satisfacción al imaginar un placer inminente que al hacerlo realidad
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La edad de la inocencia de Edith Wharton
Había conocido el amor que se alimenta con caricias y que alimenta las caricias; pero esta pasión que sentía más adentro que sus propios huesos no podía ser satisfecha de manera superficial.
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Santuario de Edith Wharton
Mientras estaba allí sentada, al amparo del anillo de luz de la misma lámpara que durante tantas noches les había mantenido a Dick y a ella en un embelesado halo de ternura, vio que su amor por su hijo se había convertido en una especie de egoísmo desproporcionado. El amor la había empequeñecido en lugar de engrandecerla,...
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Santuario de Edith Wharton
Su mutuo afecto había sido el jardín cerrado de Los Cantares por el que iban a pasear para siempre en un delicado retiro de dicha. Pero ahora el amor le parecía algo más que eso, algo más ancho, más profundo, más duradero que la pasión violenta egoísta de un hombre y una mujer.
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Santuario de Edith Wharton
Mucho después de que el señor Orme hubiera dejado el tema, Kate continuaba perdida en su análisis. Había empezado a considerar que la hermosa envoltura de la vida era en realidad un laberinto formado por una extensa red de alcantarillado moral. Cada casa respetable había llevado a cabo sus propias reformas para la expulsión privada de los escándalos de la familia.
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La sombra de la duda de Edith Wharton
¿Terrible? No. Mucho peor que terrible. Es absolutamente irreprochable... tan puñeteramente considerada, y distinguida, y diplomática, y modesta, que apenas puedo aguantar estar en la misma sala que ella.
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Santuario de Edith Wharton
Resulta poco frecuente que la juventud se permita una felicidad perfecta. Da la impresión de que deben realizarse demasiadas operaciones de selección y rechazo como para poder ponerse al alcance del subyugante despertar de la vida.
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La solterona de Edith Wharton
Y a continuación, los bebés; los bebés que se suponía que “lo compensaban todo”, pero que resultaba no ser así… por más que fuesen criaturas entrañables. Una seguía sin saber exactamente qué se había perdido o qué era aquello que los hijos compensaban.
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Las hermanas Bunner de Edith Wharton
Y tiene pinta de ser una persona culta. Cuando entré estaba leyendo el periódico
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La casa de la alegría de Edith Wharton
—¿Toda la verdad? —rio la señorita Bart—. ¿Qué es la verdad? Cuando se trata de una mujer, la gente siempre cree lo peor. En este caso es mucho más fácil creer la versión de Bertha Dorset que la mía, porque ella es dueña de una mansión y de un palco en la ópera y conviene estar en buenas relaciones con ella.
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La casa de la alegría de Edith Wharton
Esto es típico de Lily: trabaja como una esclava para preparar el terreno y sembrar la semilla, y el día en que tendría que recoger la cosecha se duerme o va a merendar al campo
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Edith Wharton
La auténtica soledad es vivir entre todas estas personas tan amables que sólo te piden que finjas.
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La edad de la inocencia de Edith Wharton
No, él no quería que May poseyera esa clase de inocencia, la inocencia que cierra mente a la imaginación y el corazón a la experiencia
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La edad de la inocencia de Edith Wharton
¿Es que aquí nadie quiere saber la verdad? La auténtica soledad es vivir entre todas estas personas tan amables que sólo te piden que finjas.
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La casa de la alegría de Edith Wharton
¡Ah, era maravilloso ser joven, radiante y esbelta, tener fuerza y elasticidad, líneas proporcionadas y sonrosados colores, y sentirse encumbrada a una cima solitaria por aquella gracia intransferible que es la contrapartida física del genio!
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La casa de la alegría de Edith Wharton
Pero no sabes ser mala y, a la larga, la mujer mala es la que siempre consigue lo que quiere. |
Gregorio Samsa es un ...