La solterona de Edith Wharton
En el viejo Nueva York de 1850 despuntaban unas cuantas familias cuyas vidas transcurrían en plácida opulencia. Los Ralston eran una de ellas.
|
La solterona de Edith Wharton
En el viejo Nueva York de 1850 despuntaban unas cuantas familias cuyas vidas transcurrían en plácida opulencia. Los Ralston eran una de ellas.
|
La solterona de Edith Wharton
La creatividad no consiste en una nueva manera, sino en una nueva visión...
|
|
|
La edad de la inocencia de Edith Wharton
Estaba cansado de vivir en una perpetua, pero templada, luna de miel, sin la temperatura de la pasión, pero con todas sus exigencias.
|
La edad de la inocencia de Edith Wharton
-No, ya lo sé. Pero no soy previsora. Vivo en el momento en que soy feliz.
|
La edad de la inocencia de Edith Wharton
Había conocido el amor que se alimenta con caricias y que alimenta las caricias; pero esta pasión que sentía más adentro que sus propios huesos no podía ser satisfecha de manera superficial.
|
Santuario de Edith Wharton
Mientras estaba allí sentada, al amparo del anillo de luz de la misma lámpara que durante tantas noches les había mantenido a Dick y a ella en un embelesado halo de ternura, vio que su amor por su hijo se había convertido en una especie de egoísmo desproporcionado. El amor la había empequeñecido en lugar de engrandecerla,...
|
Santuario de Edith Wharton
Mucho después de que el señor Orme hubiera dejado el tema, Kate continuaba perdida en su análisis. Había empezado a considerar que la hermosa envoltura de la vida era en realidad un laberinto formado por una extensa red de alcantarillado moral. Cada casa respetable había llevado a cabo sus propias reformas para la expulsión privada de los escándalos de la familia.
|
Santuario de Edith Wharton
Resulta poco frecuente que la juventud se permita una felicidad perfecta. Da la impresión de que deben realizarse demasiadas operaciones de selección y rechazo como para poder ponerse al alcance del subyugante despertar de la vida.
|
Las hermanas Bunner de Edith Wharton
Y tiene pinta de ser una persona culta. Cuando entré estaba leyendo el periódico
|
La casa de la alegría de Edith Wharton
—¿Toda la verdad? —rio la señorita Bart—. ¿Qué es la verdad? Cuando se trata de una mujer, la gente siempre cree lo peor. En este caso es mucho más fácil creer la versión de Bertha Dorset que la mía, porque ella es dueña de una mansión y de un palco en la ópera y conviene estar en buenas relaciones con ella.
|
La casa de la alegría de Edith Wharton
¡Ah, era maravilloso ser joven, radiante y esbelta, tener fuerza y elasticidad, líneas proporcionadas y sonrosados colores, y sentirse encumbrada a una cima solitaria por aquella gracia intransferible que es la contrapartida física del genio!
|
La casa de la alegría de Edith Wharton
Pero no sabes ser mala y, a la larga, la mujer mala es la que siempre consigue lo que quiere. |
|
Edith Wharton
¿Por qué una chica tenía que pagar tan cara la menor desviación de la rutina? ¿Por qué no se podía obrar con naturalidad sin tener que ocultarse tras una estructura de disimulo?
|
La casa de la alegría de Edith Wharton
A una mujer se la invita tanto por su vestuario como por su persona. Los vestidos son el telón de fondo, el marco, por así decirlo; no son causa del éxito pero sí parte de él.
|
Edith Wharton
—¿No ha lamentado alguna vez —inquirió de repente— no ser lo bastante rico para comprar todos los libros que le gustan? |
La casa de la alegría de Edith Wharton
¿No comprende —prosiguió— que sobran hombres para decirme cosas agradables y que lo que necesito es un amigo que no tema espetarme las desagradables cuando me convienen? |
Xingú de Edith Wharton
La señora Ballinger pertenece a esa categoría de damas que persigue la Cultura en cuadrillas, como si fuera peligroso encontrársela a solas.
|
Gregorio Samsa es un ...