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Algún amor que no mate de Dulce Chacón
Creyó que su vida era la de su marido y, cuando quiso darse cuenta, el marido tenía su vida y ella no tenía la propia. Todo lo hacía calculando si a él le gustaría y jamás se preguntó qué le gustaba a ella.
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La voz dormida de Dulce Chacón
Palabras que estuvieron siempre ahí, al lado, dispuestas. La voz dormida al lado de la boca. La voz que no quiso contar que todos habían muerto.
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La voz dormida de Dulce Chacón
Quizá el tiempo se mida en palabras. En las palabras que se dicen. Y en las que no se dicen. Pepita lee una y otra vez los diarios de Hortensia. Una y otra vez. Un día y otro. Y un mes. Y otro mes. Pepita cuenta las páginas de los cuadernos azules y las veces que las ha leído para Tensi, mientras Tensi crece. Y cuenta los días y los meses que pasan sin noticias de Francia, idénticos unos a otros en el silencio. Sí, el tiempo es también la duración del silencio. Es necesario aprender a vivir en la espera. Es necesario aprender a respirar cuando llama el cartero a la puerta y se teme y se desea una carta de Francia. Es preciso distinguir entre el alivio y la tristeza cuando un suspiro se escapa al ver marchar al cartero. Y las manos vacías [...] |
Cuatro gotas de Dulce Chacón
Si pudiéramos cambiar de rostro descubriríamos que las arrugas nos han seguido, que nuestros enemigos nos han descubierto. Seguimos siendo la diana. Si desviáramos la mirada el arco sería invisible, nosotros no. |
Gregorio Samsa es un ...