La voz dormida de Dulce Chacón
Y se entregó a su suerte en aquel abrazo. Algas. Sus besos fueron algas enredadas en agua de mar. Algas en dos mares que se encuentran. Algas. Si. |
La voz dormida de Dulce Chacón
Y se entregó a su suerte en aquel abrazo. Algas. Sus besos fueron algas enredadas en agua de mar. Algas en dos mares que se encuentran. Algas. Si. |
La voz dormida de Dulce Chacón
Hacer el amor en una estrella, y sentir que me sobra la vida y me faltan los brazos.
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La voz dormida de Dulce Chacón
Los juicios rápidos son peligrosos, acaban siempre en condenas largas.
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La voz dormida de Dulce Chacón
Y había aprendido a no hacerse preguntas, a aceptar que la derrota se cuela en lo hondo, en lo más hondo, sin pedir permiso y sin dar explicaciones.
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La voz dormida de Dulce Chacón
Quizá el tiempo se mida en palabras. En las palabras que se dicen y en las que no se dicen. Si, el tiempo es también la duración del silencio
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La voz dormida de Dulce Chacón
No tardará Pepita en tener ganas de charla. Pero aún no es tiempo. Y su patrona lo sabe. Sabe que debe esperar porque las palabras de Pepita aún forman parte de un suspiro. Doña Celia la oye suspirar. Y espera.
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La voz dormida de Dulce Chacón
Libertad, qué extrañas son las palabras que se resisten a ser pronunciadas sin que el rubor nos alcance. Y qué extraño es llamar libertad a una carrera en la noche, al cielo raso, al monte bajo, al frío y al calor, a un pañuelo en la boca, a un fusil en la mano.
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La voz dormida de Dulce Chacón
La mujer que iba a morir se llamaba Hortencia, tenía los ojos oscuros y no hablaba nunca en voz alta
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La voz dormida de Dulce Chacón
Quizá el tiempo se mida en palabras. En las palabras que se dicen. Y en las que no se dicen.
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Algún amor que no mate de Dulce Chacón
Cuando hay que pedir amor todo está perdido. El amor no se pide, el amor se da.
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La voz dormida de Dulce Chacón
Grita. Para que despierte su voz, la voz que se negó a repetir la caída de unos cuerpos al agua. Porque contar la historia es recordar la muerte de los suyos. Es verlos morir otra vez.
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La voz dormida de Dulce Chacón
"La voz dormida al lado de la boca. La voz que no quiso contar que todos habían muerto"
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La voz dormida de Dulce Chacón
Porque la guerra se ha acabado, por mucho empeño que pongan ustedes, y aquí nadie tiene ganas de más guerra. Estamos más muertos que vivos. Estamos todos muertos. Y solos. Estamos solos. Se acabó. Punto y final. Nadie va a venir a rescatarnos. Nadie.
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La voz dormida de Dulce Chacón
La desesperación es una forma de negar la verdad, cuando asumirla supone aceptar un dolor insoportable.
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La voz dormida de Dulce Chacón
—Hay que sobrevivir , camaradas. Sólo tenemos esa obligación. Sobrevivir. —Sobrevivir, sobrevivir, ¿para qué carajo queremos sobrevivir? —Para contar la historia, Tomasa. —¿ Y la dignidad? ¿Alguien va a contar cómo perdimos la dignidad? —No hemos perdido la dignidad. —No, sólo hemos perdido la guerra, ¿verdad? Eso es lo que creéis todas, que hemos perdido la guerra. —No habremos perdido hasta que estemos muertas, pero no se lo vamos a poner tan fácil. Locuras, las precisas, ni una más. Resistir es vencer. |
La voz dormida de Dulce Chacón
Al principio, doña Martina esperaba las cartas con alegría y las leía con emoción. Pero según pasaba el tiempo, la alegría de la espera dio paso a la congoja de esperar. Y al más mínimo retraso, la congoja se convertía en angustia.
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La voz dormida de Dulce Chacón
Libertad, pronuncia en voz baja. Libertad, qué extrañas son las palabras que se resisten a ser pronunciadas sin que el rubor nos alcance. Y qué extraño es llamar libertad a una carrera en la noche, al cielo raso, al monte bajo, al frío y al calor, a un pañuelo en la boca, a un fusil en la mano.
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Cuatro gotas de Dulce Chacón
Cuando te asomes y te dejes caer por el borde de tu herida, te verás, desde arriba no, desde lo hondo. Y te verás partido en dos y entero, y sin que sepas cómo |
Algún amor que no mate de Dulce Chacón
Vivió el amor sin enterarse. Sin enterarse fue dejando que pasara sobre ella. Sin enterarse dejó caer la lluvia que la empapó y sin enterarse dejó que se secara lentamente. Sin advertir el proceso de secado. Primero mojada y luego húmeda. Y más tarde, irremediablemente seca. […]. Siempre se arrepiente Prudencia.
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¿De qué nacionalidad es Edgar Allan Poe?