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Cometierra de Dolores Reyes
Todos me habían hablado de la belleza de esas islas, de la vegetación, de lo inmenso del río. Pero a mí el lugar me olía a encierro. A agua estancada.
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Calificación promedio: 5 (sobre 73 calificaciones)
/En la escuela secundaria tenía una profesora que nos incentivaba mucho a escribir, nos daba consignas similares a las que hoy se pueden dar en un taller de escritura para que nosotros hiciéramos pequeñas producciones, casi todo era narrativa. Lo recuerdo con mucho cariño porque me encantaba ir, a los 15 años escribí mis primeros cuentos, teníamos una publicación con los compañeros que la gestionábamos nosotros. La escritura como ejercicio quedó ligada a la adolescencia, a un periodo muy feliz.
Primero apareció el personaje. Yo estaba trabajando en un taller, escribía cuentos, nos juntábamos a leernos, escucharnos y a corregirnos. Una tarde un compañero poeta terminó diciendo en un ejercicio algo que me quedó grabado, su texto finalizaba con la frase «tierra de cementerio» y ese momento vi a una nena de espaldas con el pelo muy largo, sentada en la tierra de un cementerio y empezaba a comer tierra. Fue una imagen tan fuerte que me movió a dejar lo que venía trabajando y empezar a escribir eso que estaba viendo. Entonces cuando lo pude armar y compartir en mi grupo tiré un poco más la capacidad de ficcionalizar y ver qué pasaba con esa tierra que incorporaba a su cuerpo y al estar en contacto con la tierra de un cementerio de alguna forma se me ocurrió que la memoria o algunas partes de la vida de esos seres que ya no están volvían a la tierra no solo la materia corporal, lo que hacía comiendo tierra era incorporar esa experiencia pasada y verla.
Para mí la escritura es un hecho político en sí, uno tiene herramientas para al menos sacudir al lector. Yo no estaba haciendo, como bien dices, ni un panfleto ni una crónica, si no contando una historia, ficcionalizando con personajes, sin embargo el material que yo tomo proviene de la sociedad; en este caso en Argentina están matando a una chica por día, hay una violencia que está totalmente desbordada. Hace un par de días desapareció una chica de 19 años que trabajaba, lo último que dijo a su familia fue «estoy volviendo a casa» y nunca volvió, la familia la estaba buscando, la abuela subió una foto a las redes en busca de ayuda, las respuestas que tuvo fueron súper violentas, misóginas, de celebración. La chica después fue encontrada enterrada en la casa de un amigo del hermano que la acosaba. Ese es el grado de violencia cotidiana en el que viven las mujeres de mi país y eso es algo que me inquieta, me duele profundamente y quería problematizarlo en una ficción.
A la hora de escribir lo que más me importaba era justamente construir estos personajes, encontrarles una voz y ser fiel a esa construcción, trataba de ponerme muy en primera persona en ese cuerpo, sentir lo que estaba sintiendo ella al comer tierra, caminar descalza por ese terreno, al tener esas visiones tan fuertes conectadas a cosas que nosotros en la cotidianidad no queremos ver, la muerte, la violencia, ella de alguna forma está parada en esa realidad tan triste y tan oscura. Por otro lado está toda la vitalidad que tiene la adolescencia, las ganas de salir y compartir con sus amigos y su hermano, querer enamorarse, todo eso muy ligado a la música y conviviendo con esta realidad de ser una vidente y tener la capacidad de conectarse con los que ya no están.
Sí, me parece que queda muy claro y a ella le queda claro el costo enorme que tiene el poder de la videncia. Lo primero que hace es ver el femicidio de su propia madre y enterarse que su padre la mató, ver en las condiciones en las que dejaron el cuerpo de su maestra a quien tanto quiere. Poco a poco va teniendo una experiencia durísima para una chica tan joven por un lado y por otro lado carga la estigmatización que está dando vueltas en ese nombre, en ese apodo que es bastante peyorativo y es también excluida en ese barrio porque solo se relacionan con ella cuando necesitan que busque a alguien, si no está totalmente aislada. Además los efectos físicos de comer tierra, lo que se le queda metido en el cuerpo, el tiempo que tarde en irse la tierra le impiden llevar una vida como cualquier otra chica de su edad.
Araceli y Melina eran dos chicas de mi comunidad, están enterradas en el cementerio que queda a 150 metros de la escuela donde yo trabajo desde los 19 años. Me impactaron muchísimo esos femicidios. Los medios acá son muy crueles y reproducen toda la violencia a nivel discursivo, por ejemplo el caso de Melina Romero, una chica de muy corta edad que fue violada y golpeada por un grupo de cinco hombres, todos mayores de edad, quienes la terminan metiendo casi moribunda en un bolso al que tiran a un arroyo para tratar de desaparecer su cuerpo, ante toda esta magnitud del horror los medios lo único que hicieron fue decir ella había dejado el secundario y era fanática de los boliches, así la llamaron. Entonces yo quería armar otro discurso y valorar todas esas vidas que tienen tanto para dar y que la sociedad está despreciando y la violencia está aniquilando, ponerlas ahí es intentar que no se olviden de ellas, mantener vivo ese recuerdo y preguntarse una y otra vez quiénes eran y cómo puede ser que se mate así, de esa manera. La impunidad está asociada a los femicidios y a la violencia de género. Araceli era una chica bastante joven que la última comunicación que tuvo con su familia fue que estaba muy contenta porque había conseguido un trabajo, había ido a una entrevista concertada por Internet y ahí se encontró con su femicida y violador.
Primero, soy muy lectora de poesía, es algo que justamente cuando estoy muy inquieta por los problemas que hay en nuestra sociedad, sobre todo por la violencia, recurro a la poesía como una forma de hallar ahí un mundo u otra propuesta, eso me ayuda mucho a la hora de construir las voces de los personajes, de las descripciones o todo aquello que les está pasando a nivel emocional. Además yo no quería narrar los cuerpos de las mujeres muertas como si fuesen un espectáculo, como se cuenta muchas veces, continuando una erotización y cosificación de la mujer incluso más allá de la muerte. Yo estoy narrando desde otro lugar, desde el nuestro, desde la pérdida, la tristeza, la desolación que vive en todas las sobrevivientes de la violencia de género.
Totalmente, sé que llego a todo desde un lugar muy anómalo justamente por esto, tener siete hijos genera reacciones muy extrañas. Se espera que la mujer que tiene siete hijos esté enterrada viva y no tenga ningún proyecto propio o el hecho de que a un hombre no se le cuestiona o pregunta si tiene muchos hijos cómo hace para escribir, este tipo de miradas aparecen aunque yo sé que me lo preguntan desde un lugar mucho más simpático, curioso y empático. Mi familia es esto, mis siete hijos y mis seis gatos y acá estamos, dando una entrevista con ellos acá alrededor.
Me parece que esto se viene dando por afuera de la literatura, nos estamos replanteando tantas cosas y entre esas los mandatos que tienen que ver con los cuerpos de las mujeres, estar siempre pendientes de esas otras miradas que están juzgando y valorizando el cuerpo de las mujeres desde afuera y eso está empezando a problematizarse. En la novela también eso está funcionando un poco, la diversidad de otras bellezas, la cuestión del pelo negro, la piel oscura, otras corporalidades que tienen su propio erotismo, atractivo, en el sentido de que esos cuerpos pueden generar relaciones y afectos desligados a los mandatos y a la violencia que proponer la sociedad muchas veces.
Solo el hecho de que los familiares acudan a una vidente huérfana, del conurbano, una chica con corta experiencia está delatando que hay un Estado con un montón de recursos y la función de proteger a su población que no está haciendo nada, no busca a las víctimas, no hace nada con los responsables, entonces la gente se ve forzada, como medida desesperada, a recurrir a una vidente. Ahí sin nombrarlo, sin explicitarlo demasiado está marcada la ausencia y el desinterés del Estado porque ella tiene que resolver con muy pocos recursos lo que este con absolutamente todos los recursos y la obligación, no está haciendo.
Estoy súper contenta por todo lo que vino después de la publicación de la novela, acá en Argentina van a sacar la seta edición y en España, la tercera; los lectores me escriben cosas muy lindas, me mandan fotos de la novela, me cuentan qué les movilizó de la lectura, me cuentan casos relacionados con violencia, las lecturas son muchas y son muy amorosas, de tanta gente que se acercó al libro, nunca esperé que fuese así, ni hablar de las traducciones, se va a editar la novela en muchos países, hay algunos que ya la tienen y me escriben idiomas que ni siquiera conozco pero es muy lindo.
Estoy escribiendo la continuación, sabía que iba a continuar esta historia porque había casos como el de la Seño Ana o de la Florencia que yo no iba a terminar en una primera novela, porque a mí la historia me requiere un desarrollo mayor, entonces estoy trabajando en eso y en unos cuentos que en algún momento tendrán la forma de libro. Y en otra novela que abandono y vuelvo y abandono pero que se va armando y me gusta cómo se va desarrollando el proyecto.
En el jardín de infantes yo quedé fascinada con los cuentos que nos leían, tal vez ese fue mi primer descubrimiento de la literatura. Después empecé ya mi camino propio, me gustaba muchísimo Herman Hesse, Saer que lo leo hasta el día de hoy, Pizarnik de quien también leo todo, absolutamente todo.
Venía de leer muchísima literatura y la miraba de costado y ver a los escritores como personajes de otro lugar, otro estrato social, que escribían desde zonas que no tenían nada qué ver conmigo, a descubrir un escritor de acá, Leo Oyola, en particular su novela Siete & el Tigre Harapiento que transcurre en el barrio donde yo hice el secundario, entonces me planteé esto de poder escribir.
La vida de las mujeres de Alice Munro, lo leo una vez por año, es bellísimo.
No sé si vergüenza pero hay muchos libros que me gustaría leer. Después de Apegos feroces de Vivian Gornick, quiero leer todo lo que escriba.
Todo Libertad Demitrópulos, sobre todo Río de las congojas, un libro ineludible.
No lo pensé nunca pero si un libro llegó y se sostiene con el tiempo hay algo ahí que hace que el libro no caiga, confío en que hay un fuego que se mantiene.
Precisamente de Río de las congojas, el personaje femenino en un momento dice «vivir es peligrar» y me encanta.
Ayer terminé de dar clases sobre Pizarniky leí todo lo suyo: diarios, cartas, poemas, prosa y empecé con los diarios de Sontag y este libro de ensayo que habla sobre la enfermedad.
FILUNI 2023. DÍAS DE FERIA. PROGRAMA 5 Elvira Liceaga conversa con la escritora argentina Dolores Reyes, una de las escritoras feministas más importantes de la última década, y en esta charla comentan sobre sus recientes novelas Cometierra (2019) y Miseria (2023), los cuales abordan el problema del feminicidio y violencia de género desde la mirada de sus protagonistas y un poder sobrenatural. También la autora responde sobre cómo es su proceso y método de escritura en su vida cotidiana y siendo madre de 7 hijos, y sobre cómo logra narrar la violencia y esas difíciles situaciones sin caer en lo morboso. En cápsulas, Leopoldo Maldonado, director General de Artículo 19, habla sobre el derecho de la libertad expresión, y la importancia de esta libertad en la prensa, y sobre la actual situación de crisis para los periodistas en un país como México. Además la escritora Iliana Olmedo nos platica sobre el libro Tiempo de llorar de la autora Maria Luisa Elio de la colección de Vindictas, donde narra su punto de vista y experiencia al exiliarse en México durante la Guerra Civil Española.
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Cometierra de Dolores Reyes
Todos me habían hablado de la belleza de esas islas, de la vegetación, de lo inmenso del río. Pero a mí el lugar me olía a encierro. A agua estancada.
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Cometierra de Dolores Reyes
Empezaba a ver que los que buscan a una persona tienen algo, una marca cerca de los ojos, de la boca, la mezcla de dolor, de bronca, de fuerza, de espera, hecha cuerpo. Algo roto, en donde vive el que no vuelve.
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Cometierra de Dolores Reyes
Se quedó abrazándome un rato largo. No me podía mover ni decir nada. Tampoco quería. Así todo estaba perfecto. El abrazo me curaba el cuerpo. Ya no me dolía el estómago ni la cabeza. No tenía miedo. Nada.
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Cometierra de Dolores Reyes
Cerré los ojos, sintiendo cómo la tierra se calentaba, cómo me quemaba adentro, y volví a comer un poco más. La tierra era el veneno necesario para viajar hasta el cuerpo de María y yo tenía que llegar.
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Miseria de Dolores Reyes
Yo no le tengo miedo a la oscuridad, solo a las personas. La luz ilumina sus corazones solo desde afuera.
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Miseria de Dolores Reyes
Nunca había tenido sangre en las manos hasta esa tarde, en la que sostuve su cuerpo desnudo, mojado, con la respiración agitada como si fuera un animal asustado y el corazón que parecía que iba a explotarle, pero vivo. Después mi hermano, la Tina y yo lo acompañamos hacia Miseria construyendo una cuna de dedos para cuidarlo hasta del aire. Lo soltamos pero quedamos manchados de ese bebé para siempre y ni bien Miseria habló, supimos su nombre y lo repetimos cerca de sus orejas, tan chiquitas como las cáscaras de una fruta recién abierta. Dicen que la magia no existe, pero en él miré a la magia de frente y después lloré. |
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Cometierra de Dolores Reyes
Empezaba a ver que los que buscan a una persona tienen algo, una marca cerca de los ojos, de la boca, la mezcla de dolor, de bronca, de fuerza, de espera, hecha cuerpo. Algo roto, en donde vive el que no vuelve.
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Dolores Reyes
El sol secaba lo que la lluvia del día anterior había hecho charcos y barro, para que volvieran a borrarse los pasos de los que ya no estaban: mamá, el viejo, la tía, Hernán, todos yéndose en fila como esas hormigas que ni que las que.es dejaban de hacer sus casas abajo de la tierra, donde no había verde ni llegaba la luz del sol y la carne de la florensia se hacía huesos.
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Cometierra de Dolores Reyes
Acaricié la tierra que me daba ojos nuevos, visiones que solo veía yo. Sabía cuánto duele el aviso de los cuerpos robados
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Cometierra de Dolores Reyes
Después empecé a comer tierra por otros que querían hablar. Otros, que ya se fueron.
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¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?