Sigilo Editorial

"Rasgan, empujan, quiebran, corren, hasta encontrar su lugar, ahí donde pueden nutrirse sin esfuerzo, con uno o dos abrazos al día".



¿Qué harías si tuvieras la posibilidad de revivir o de volver a encontrarte con ese ser querido que tanto anhelas, sentir su aliento o simplemente un abrazo? Leer a Salome Esper es sentir que las segundas oportunidades existen.



A sus 79 años, Hilda Bustamante despierta de su tumba y se reencuentra con sus seres queridos. Álvaro su marido y Amelia, su nieta, no dan crédito a la situación, y lo que al principio les aterra, acaba convirtiéndose en un revoltijo de emociones y sentimientos.



Es inevitable ponerse en la piel de Álvaro, un marido que ha perdido a su compañera de vida y ese sufrimiento que trae consigo, lo transmite muy bien la autora. Aunque los habitantes del pueblo no dan crédito a los rumores que corren, a través de un realismo mágico, Salomé hace una reflexión sobre la vida, esos momentos que no aprovechamos con nuestros seres queridos o los instantes que se desvanecen y lamentamos no haber dado más de nosotros.



¿Qué harías si pudieras volver a estar con un ser querido?

Un libro que esperaba algo más. El comienzo y el final es lo único bueno. El trayecto desde el punto inicial hasta el final me defraudó.

¿Donde encontrar la felicidad, si es que esta existe? Si la encontramos, ¿es posible disfrutarla al máximo.? O la felicidad no se busca y aparece en algún recodo del camino.

Siempre he pensado que la felicidad eres tú mismo aceptadnfo las circunstancias y devenires que la vida te trae. No eliges tu, la vida decide que es lo que más te conviene.

Virgins Higa , protagonista de diríamos,este ensayo o diario íntimo e introspectivo empieza una vida diferente en un país opuesto al suyo en todos los sentidos. La habilidad de Higa para dar cuenta de un mundo lleno de matices es fabulosa. Desde una apología al lenguaje, hasta la forma de ser de los habitantes se va plasmando en estas pocas páginas que se leen sin pensar. Cuando cierras el libro eres conscientes que esa felicidad no es más que el saber apreciar lo que te rodea sin preguntarte filosóficamente nada, solo permitiéndote abrir la mirada y la mente dejando que entre aire fresco de otras latitudes. Volver a la empatía, a la sociabilidad, a las alianzas entre iguales, a la sencillez de los inviernos y los hechizos de los veranos.

De argentina a Estocolmo no sólo hay distancia física sino distancia cultural. Viajar nos permite romper rutinas y absorber lo que nos trae ese país. Con una narrativa sensible, elegante y sosegada Virgina Higa nos traslada y nos transmite minuciosamente mil sensaciones permitiéndo que nos sumerjamos en sus propias percepciones, con esa mirada tan propia , haciéndonos descubrir una identidad nueva mientras se entrega al discurrir del tiempo. Me ha sorprendido gratamente no sólo por su carácter algo minimalista sino porque las referencias literarias son abundantes Los libros ocupan una parte importante de El hechizo del verano . No en vano antes de conseguir trabajo como docente y traductora, Higa tiene mucho tiempo libre y citando a Marguerite Duras una de mis autoras dice : "Lo único que llena verdaderamente el tiempo es perderlo." Se permite usarlo sabiendo que puede permitirse el lujo de observar a su alrededor mientras va inmiscuyéndose en sus propios sentimientos. Un libro que es un soplo de aire fresco, un paréntesis certero entre pinos me concedió un ratito relajado.