Ocho millones de dioses de David B. Gil
El camino que tomas intentando huir de tu destino puede ser el que te conduzca a su encuentro.
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Ocho millones de dioses de David B. Gil
El camino que tomas intentando huir de tu destino puede ser el que te conduzca a su encuentro.
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Ocho millones de dioses de David B. Gil
Es peor ser amigo de un hombre malo que enemigo de uno bueno.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
-Este país es como el guerrero que, al llegar la primavera, se sienta a descansar bajo los cerezos en flor. Por un momento, arrobado por la belleza cree hallarse hastiado de luchar, saciada su hambre de guerra, pero pronto descubrirá que no sabe hacer otra cosa más que batallar (...)
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
En el silencio de ese extraño mundo que existe solo durante un suspiro, justo en el umbral de la noche que se torna en día, Aoi contempló el alma de Seizo Ikeda retratada contra la luz de la mañana
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
(...) maldijo a Kenzaburo Arima por guiarle a través de una senda llena de espinos en la que se dejaba jirones de alma
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
Dicen que los dioses castigan a los hombres concediéndoles sus deseos.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
Cuando hubo concluido, se quedó observando la sandalia que reposaba en su regazo. Carecía de la perfección de la trenzada por su silencioso mentor, la cuerda no estaba tan junta ni los nudos parecían tan firmes, pero era una waraji, y la había hecho él.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
Así es, no aceptar los reveses de la vida es señal de debilidad. Un hombre sabio debe elegir sus batallas, debe discernir entre las causas por las que merece la pena luchar, incluso morir, y las que son causas perdidas.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
La verdad es compleja, quien te ofrezca respuesta sencillas a menudo te estará engañando.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
No hay dias mejores para una cosa y peores para otras. Los días son como son.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
No tiene sentido quejarnos de aquello que no esta en nuestra mano cambiar
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
La muerte forma parte de la misma vida, por ello las personas debemos aprender a dejar partir a los que mueren, con serenidad y resignación, sin remordimientos ni reproches, pues la muerte era parte de su vida.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
No pienses que los verdaderos problemas de este mundo se pueden resolver con una espada
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Ocho millones de dioses de David B. Gil
—¿Y qué hemos conseguido con este viaje? Solo más dolor y muerte. Te he arrastrado por los caminos en una misión que no te incumbe y que en nada ha ayudado a la comunidad cristiana de estas tierras. No tengo derecho a seguir apartándote de tu vida. —Los sabios dicen que solo hay un pecado mayor que no acometer la senda de la verdad, y es no recorrerla hasta el final —respondió Kenjiro. |
Hijos del dios binario de David B. Gil
La vida es como fumar. Puedes dejar que se consuma lentamente… Quizás así te dure más, pero te perderás lo mejor que puede ofrecerte.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
Se suele decir que las espadas de un samurái albergan su alma, y al igual que el alma de un guerrero debe estar siempre lista para la lucha, así deben estarlo también sus espadas.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
Los hombres débiles tienen sueños, Seizō, los fuertes tienen voluntad.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
No te preparo para el campo de batalla, te adiestro para otro tipo de guerra, una en la que no tendrás aliados y en la que no todos tus enemigos tendrán rostro.
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El guerrero a la sombra del cerezo de David B. Gil
Cuando una piedra golpea la superficie de un estanque sereno, provoca ondas que llegan hasta la más lejana orilla.
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Ocho millones de dioses de David B. Gil
Hierba y carroña, eso eran todos ellos. Lo demás —el honor, la gloria, la espera impasible— no era sino la mentira que los hombres se contaban unos a otros.
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Gregorio Samsa es un ...