Venturini me provoca de todo. Leyéndola y después de haberla leído. Me fascina, porque es de verdad fascinante. Y también me da rabia y me exaspera, en algunos de los relatos que conforman este libro increíble. Pero es obvio que me he enamorado y he caído rendida ante esta maestría inusual, que es la suya. Es un libro muy lírico, más que «Las primas», con pasajes que son totalmente poéticos. Por su manera tan peculiar de escenificar una historia, de valerse del lenguaje en tan distintos formatos y construcciones; es que este libro requiere una atención plena al leerlo. Porque Aurora no escribe como cualquier escritora. Ella rompe con todo. Te lleva del lenguaje oral más bruto y vulgar - y muy contextualizado, amé todas las referencias que yo también conozco por venir de aquellos lares-, al más lírico, con estructuras de frases poco comunes, enrevesadas y trepadoras como hiedras. Sus personajes, sí, parecen entablar un nexo común entre sus libros. Seres grotescos y monstruosos, exiliados y marginados, que nacen de lo abyecto y de lo más contaminado de estructuras familiares siempre violentas, rotas, profanadas o podridas. Especial mención, a lo que parece ser un cariño especial de la autora, a los gitanos y zíngaros, en varios de los cuentos. Relatos preferidos: "El marido de mi madrastra", "El tornado", "Bobita en el País de las Maravillas", "Nicilina" y el maravilloso "Las Vélez". No tengo más que decir, sólo releer todos los pasajes subrayados - que son muchos- de este libro, y admirar a esta mujer que consiguió, tarde pero sí, un reconocimiento innegable en su obra. + Leer más |